El autobús de Drácula

Es indigna la zozobra a la que están sometidas las mujeres venezolanas, quienes, además de madres, amas de casa y profesionales, deben ahora padecer por la escasez o por la inexistencia de productos básicos de higiene.

Los venezolanos padecen un penoso periplo para, una vez a la semana, poder comprar pañales, toallas sanitarias y productos básicos. Arriesgan su vida al salir de madrugada, hacen colas humillantes, compran el día que les corresponde por el terminal de número de cédula, se someten al capta huellas, entregan partida de nacimiento y hasta certificado de salud en el caso de adquirir pañales de adultos, y todo, por dos paquetes de cada producto.

Para colmo, ahora inventaron algo insólito llamado el autobús de Drácula. Al parecer, autoridades que deberían velar por la seguridad de los ciudadanos, se llevan presos en un autobús a quienes en la madrugada hacen colas frente a farmacias y automercados. Como si con eso pudieran disfrazar o cambiar la realidad.

Quizás los hombres nunca llegaremos a entender lo que las toallas sanitarias representan para las mujeres, ya que, al igual que el papel tualé, el jabón o la pasta de dientes, son cosas cotidianas y no estamos preparados para saber qué hacer cuando no se consiguen.

Todos hemos escuchado historias de cómo hacían nuestras abuelas y bisabuelas para hacer frente a la menstruación. Fabricaban gasas con algodón, o trapitos, o quién sabe Dios qué otra cosa, y hoy, el gobierno bolivariano, pretende a través de talleres, que la mujer venezolana del siglo XXI las fabrique con telas para lavarlas y ser reutilizadas varias veces ¡Qué falta de respeto!

También hemos escuchado historias de mujeres que regresaban horrorizadas de Cuba o de países comunistas de Europa, porque allá, no conseguían toallas sanitarias.

Hablemos sin eufemismos a quienes todavía apoyan esta locura. Entiendan que van a pelar la bola pareja hasta para su aseo personal. Amigo chavista; piénsenlo fríamente, sin arrecharse. No repitan la trillada frase de que yo soy de derecha (como si eso ofendiera) y ellos de izquierda (como si eso fuese bueno per se), ¿eso qué importa?

Lo importante no es preguntarse si los gobiernos son de izquierda o de derecha. La pregunta, en el siglo XXI, es: ¿mi gobierno trae progreso, trabajo, salud, educación, seguridad y felicidad? o ¿mi gobierno es una cosa lamentable incapaz de garantizar un pañal a mi hijo, y a las venezolanas, un paquete de toallas sanitarias?

@claudionazoa