“Carta abierta al Presidente Nicolás Maduro” por Álvaro de Marichalar

Macuro, 4 de marzo de 2016

Estimado Presidente:

Abandono Venezuela después de navegar -en pie y en solitario- a lo largo de la práctica totalidad de sus costas, a bordo de una pequeña embarcación de 3 metros de eslora bautizada NUMANCIA. Estoy dando toda la vuelta al Caribe (desde Puerto Rico a Puerto Rico pasando por 30 países) y Venezuela ha sido la nación donde he permanecido más tiempo, al ser el país de más millas de costa en este recorrido.

Conmemoro el Descubrimiento -europeo- de Florida y del Océano Pacífico que realizaron en 1513 nuestros comúnes antepasados (los suyos y los mios) Juan Ponce de León y Vasco Núñez de Balboa. He pasado varios días con todas las personas que encontré en mi camino de agua y sólo puedo decir que me siento rendido al amor; cariño; respeto; ayuda y enorme ánimo que me han regalado todos los venezolanos de manera constante en esta Tierra hermana tan bendecida por el Creador.

Desde Cuajaracume (primera población en la que recalé -procedente de la Guajira colombiana- a la fuerza por avería) a Macuro; de donde le escribo ahora momentos antes de zarpar rumbo a Trinidad y Tobago. En su calidad de primer representante de todas esas personas; le digo GRACIAS. Gracias a todas las familias que me acogieron en Cuajaracume. A todas las personas que me ayudaron tantísimo en Punto Fijo. A los amigos de Morrocoy. La Guaira. Los Roques. Higuerote.  Puerto La Cruz. Guaca. Y Macuro. A Vigilancia Costera. A MINTUR. ¡A todos!

En Cuajaracume se produjo mi primer contacto con la Venezuela de verdad. Aquella de la que no se oye en Europa ni en América (Venezuela incluída). La Venezuela de las personas grandes. Y buenas.  No es la amenazadora; tenebrosa y peligrosísima que narran tanto, consiguiendo alejar turismo e inversión. Es la Venezuela maravillosa de la gran mayoría. Silenciosa; pero mayoría.

En nombre de todas esas personas que intentan hacer de manera heróica Venezuela día a día, debo decirle que lo están pasando mal. Supongo que usted lo sabe el primero. Venezuela clama para corregir el rumbo.

Ya sabe que MANDAR ES SERVIR. Así lo proclamaba mi abuelo siendo ministro de España en los años 20. Así lo debe proclamar todo aquel que tiene la sagrada responsabilidad de administrar a las personas desde el Estado. Sirva a la Nación venezolana y cambie un rumbo que no lleva a buen puerto.

Al ver desde Cuajaracume en el horizonte, las grandes y flameantes torres de estracción de petróleo, mientras pasaba cuatro días conviviendo y comprobando las graves carencias de sus compatriotas en ese maravilloso reducto rebosante de humilde alegría, me quedó patente que lo que Dios entregó a Venezuela,  no les llega a los venezolanos.

Es sólo un ejemplo de uno de los lugares donde he recalado. En el resto es parecido.

Oiga y escuche Presidente el grito ensordecedor de todos los silenciosos. Respete por favor, asuma y comprenda sus demandas: el deseo real de Venezuela. Los resultados del reciente 5 de enero dejaron patente la situación y representan el final de un intento fallido.

Empiece por devolver a los presos políticos su libertad. No se la siga negando. No se la siga sustrayendo. No puede ni debe hacerlo.

Ni un minuto más.

Empiece por ahí Presidente.

¡Es de Justicia!

¡Es un clamor!

Las buenísimas personas que he visto en Venezuela aguantan lo indecible. Usted lo sabe, pero no merece la pena seguir.  No puede. No debe. Entregue la Libertad de Venezuela a Venezuela,  Presidente. Es la única forma de poder empezar a caminar y poner rumbo al bienestar que merecen los venezolanos.

También le voy a pedir otra cosa: vuelva a instalar la estatua de Colón que siempre estuvo en la Capital, Santiago de León de Caracas. Pertenece a Venezuela por lo que debe seguir en su sitio.

Como sabemos todos en todo el mundo, España llegó hace cinco siglos a esta tierra Americana. Nuestros valerosos antepasados comunes; esos navegantes europeos (que son los ancestros suyos y los míos; los de todos nosotros los iberoamericanos) trajeron en sus arriesgadas travesías trasatlánticas todo lo que representa la antigua Grecia; Roma; nuestra Civilización Cristiana. Y supieron -alentados por la Corona española- crear la grandeza del mestizaje que une el alma indígena; europea y africana en un abrazo y corazón común. Todo lo que nos une en nuestra realidad y verdad: Nuestra Comunidad Iberoamericana de Naciones.

Por eso, esa estatua es de los venezolanos y pertenece a la esencia y raíz de la Patria venezolana. Una patria que tiene su verdadero origen en el origen de todos los venezolanos y resto de iberoamericanos 500 años atrás.

No puede sustraer la verdad y el espíritu a quien le pertenece; usted incluído. Nuestras madres patrias española; indígena y africana no pueden ser traicionadas nunca.

No hay futuro -ni presente- sin conocer y respetar el pasado. Restituya a Cristóbal Colón para que los venezolanos puedan así recuperar el patrimonio que les pertenece.

Crear quimeras; reinvenrar la historia o inventar la verdad.., puede traer algún pequeño rédito político para unos pocos y a corto plazo, pero a base de quemar el alma de la Nación. No compensa ni se debe hacer jamás. Los "nacionalistas" catalanes lo intentan ahira también en España de forma parecida consiguiendo sólo empobrecer todo lo que tocan.

No identifique Venezuela ni el Estado con un partido; historia concreta; ideología o persona. No es justo ni es verdad. Además, no funciona. Resulta hasta ridículo... Ya se intentó en Alemania y Rusia en los 30. Y en tantos otros lugares... Jamás funcionó. Ni funcionará jamás para bien de la LIBERTAD, la PAZ y la CONCORDIA.

Devuelva la Nación a la Nación para que no quede un solo niño en Cuajaracume o en Macuro sin la suficiente ilusión y fuerza para sonreir.

Reiterándole mi más profundo agradecimiento a Venezuela,

Reciba un cordial saludo,

Álvaro de Marichalar y Sáenz de Tejada