Arre, que llegando al caminito

(Primera jornada de Obama en Cuba)

Calvin Coolidge, Cuba 1928Hace 88 años un presidente de EEUU fue recibido en Cuba en medio de aclamaciones. Calvin Coolidge en 1928 recibió entonces un "baño de flores".  Se paseó por las calles de La Habana con su esposa Grace al lado del dictador Gerardo Machado y su esposa Elvira, pero en la VI Conferencia Panamericana (motivo de su presencia en la isla) los delegados de 21 países tímidamente criticaron la arrogancia imperial, sin mayores consecuencias.

En 2016 Obama está de visita en Cuba, con la familia al completo, suegra incluida. Fue recibido en el aeropuerto por el canciller Bruno Rodríguez (Bruno Díaz es Batman) y no por Raúl, el dictador de turno, ni por Fidel, el dictador emérito.

El 15 de enero de 1928, según el corresponsal de The New York Times, Richard Oulaham, cientos de miles de personas corearon el paso del #1 del mundo, mientras en la bahía transcurría el mayor despliegue de poderío naval, encabezados por los destructores Texas y Menphis, que habían visto los cubanos desde 1898, al final de la guerra entre España y Estados Unidos, y que no sentirían otra vez su cercanía sino 33 años después con motivo de la llamada crisis de los misiles soviéticos, en 1961.

Obama, que ha heredado el título de #1, podrá ser visto y oído el martes por los 11 millones de cubanos residentes en cadena nacional de radio y TV, desde el teatro Alicia Alonso, y posteriormente en las gradas del principal estadio de béisbol. Su avío consta de tres acorazados, sólo que son automóviles Cadillacs acondicionados para soportar cualquier ataque, y de una troupe de congresistas y empresarios, decididos a propiciar la transición política y amarrar corto las potencialidades de la Zona Económica Especial de Mariel y del resto de una economía en ruinas. Las armas propias, esta vez, son casi invisibles, controladas por el servicio secreto de su majestad.

Obama en La habanaEn sus primeros pasos en la isla, ante una lluvia pertinaz, un cielo bajísimo y una TV oficial y única pasando conciertos viejos de Silvio Rodríguez, la familia Obama visitó, primero, la Plaza de Armas, y se acurrucó con sus paraguas negros a un costado de la estatua del prócer Carlos Manuel de Céspedes. Después concurrió a la primera gran catedral que construyeron los colonizadores españoles en Cuba a mediados de los mil setecientos. Y en el museo colonial, Barack se detuvo buen rato ante un óleo de Abraham Lincoln, y quizá le recordaría al guía el significado de la palabra democracia.

Cuando salió de allí, aún bailando bajo la lluvia, se encontró con los vítores y los aleluyas de la gente concentrada. La consigna del gobierno ha sido sencilla: "mucho respeto, poco entusiasmo".

Las Damas de BlancoPero cuando la algarabía comenzaba a subir en decibeles, la TV oficial cambió de tercio y empezó a hablar de La Ciénaga, de cómo un pantanal fue convertido por los españoles en un acueducto que llevaba agua a los mercantes surtos en el puerto. Las Damas de Blanco, que tienen por costumbre ir a misa los domingos y a la salida sacar a flote callejero su oposición al régimen, otra vez fueron reprimidas sin piedad, tanto por pelotones de repudio como por agentes de la Seguridad del Estado, con saldo de 50 detenciones.

La ciudad está sitiada, no se la puede visitar sin permiso. Los disidentes, con quienes Obama ha prometido reunirse, no están muy seguros de que logren concurrir a la cita. Muchos no han podido llegar a La Habana, otros no se atreven a sacar la nariz. La disidencia es artificial, dice uno de tres espías que regresaron del Norte como parte de las negociaciones que se iniciaron el pasado diciembre de 2014. Una lista de representantes de organizaciones civiles, invitadas a la embajada de EEUU el martes a las 10 de la mañana, ha sido dada a conocer, pero a la hora pudieran estar todos detenidos, secuestrados en sus sedes o en sus residencias o simplemente impedidos de llegar por piernas al encuentro que tanto ansían.

Sin embargo, la Sala Oval había alargado ya sus tentáculos. Un día antes de su arribo a Cuba, fue publicado en YouTube.com el contacto telefónico (cuatro minutos de audio y video) que sostuvo Obama con el comediante Luis Silva, alias "Pánfilo", protagonista del programa "Vivir del cuento", el más visto en la cochambrosa televisión cubana (lunes, 9 pm). Así como admiran a sus artistas, literatos y jugadores de béisbol, de igual forma los cubanos idolatran al jubilado Pánfilo, que desarrolla en su barrio, en su casa, una variación de aquella célebre serie española llamada "Aquí no hay quien viva" que transmitió Antena 3 durante cinco temporadas (entre 2003 y 2006), con cotas de audiencia de hasta 7,5 millones de espectadores, el doble de los que captura hoy Pablo Motos con su Hormiguero en la misma cadena. Motos gana el rating español un día de por medio.

Los guionistas de "Vivir del cuento" se han esmerado en hacer colar ácidas y agudísimas críticas al modo de vida de la Cuba actual (la obsesión de Pánfilo es cómo estirar su tarjeta de racionamiento, y la de sus vecinos es cómo burlar la legalidad). Esa llamada a la Casa Blanca fue realizada en medio o como parte del episodio que se transmite este lunes. Evidentemente ese contacto telefónico estaba pactado y autorizado por el gobierno cubano (tanto la embajada yanki como Cubadebate.net lo colgaron en sus respectivas páginas web). Los optimistas podrían llegar a pensar que si Obama pudo conversar con un comediante "disidente", al que millones de cubanos siguen por TV semana tras semana, ¿qué razones de Estado habría para que se le impida reunirse con una oposición que oficialmente no existe?

Obama en CubaLa tarde desaparecía, pero la lluvia no. El atuendo y el peinado de Michelle eran par de ascos, pero su sonrisa de primera combatiente se mantenía como cuando subió al Air Force One en la base militar Andrews, en Maryland, y bajó  en el aeropuerto José Martí. Obama se había quitado la corbata durante su ruta pluviosa, pero no más entró en su embajada recién abierta luego de 50 años de clausura se la calzó nuevamente. Y dijo una tontería: "El presidente Coolidge tardó tres días en llegar aquí hace casi ochenta años (a bordo del buque Texas), y yo he tardado tres horas en hacerlo (a bordo del AF1)". También sonreía.

A las nueve de la noche Obama se recogió. Jaime Ortega, cardenal-arzobispo de La Habana, le esperaba para una tripartita con Dios, auspiciosa, tal vez.

El otro, Fidel, otrora omniciente, no apareció en ninguna agenda, dictada por la gaceta Granma. Ni hoy ni mañana y quizá tampoco el martes 22, fecha final del viaje. Ese día, ante los ojos de Obama y por estricta invitación al Estadio del Cerro (capacidad: 55.000; construcción: 1946), jugarán los Mantarrayas de Tampa Bay y la selección cubana de béisbol. Fidel ha visto pasar por su vera a 10 presidentes de EEUU, pero nunca, a pesar de sus estruendosos retos en el transcurso de más de medio siglo, ha podido presenciar un encuentro entre un equipo suyo y uno grandeliga gringo. Aunque la pelota cubana se encuentre en su peor momento (deserción de sus estrellas, derrota en la Serie del Caribe de este año, desánimo interno), Fidel no se perdería ese juego por nada del mundo. Añeja ilusión de vida.