Fabiola Zerpa: Nos cultivamos y cuidamos los afectos para sobrevivir

Serie: Periodistas venezolanas, más allá de la pandemia (II)

"Esta reclusión forzosa me obligó a renovar mis fuentes y mantener las que tengo vía online". Fabiola Zerpa

La obsesión por desentrañar historias ocultas y contarlas con veracidad ha sido uno de los pilares profesionales de Fabiola Zerpa, quien ha sido galardonada por revelar el desmembramiento del estado venezolano en sus crónicas y reportajes de investigación.

La periodista caraqueña fue una de las primeras en informar a fondo sobre las vulnerabilidades del sistema eléctrico, los estragos de la minería ilegal y el deterioro del sistema sanitario cuando formaba parte del equipo de investigación de El Nacional, hace más de una década.

La asfixia que sufrió el diario por la censura y las restricciones en las divisas para comprar papel, la impulsó a transformarse y a compartir su pasión por los proyectos de largo aliento con la taquicardia del breaking news de la agencia Bloomberg, donde se desempeña como corresponsal desde 2017.

Su rostro pecoso, su baja estatura y su actitud calmada no revelan la audacia con la que se traslada a lugares peligrosos en busca de información. El olfato periodístico que le permite explicar en tiempo real la realidad venezolana no le cayó del cielo. Es un oficio que ha madurado durante 27 años de reporterismo e investigación documental.

Licenciada en Comunicación Social por la Universidad Central de Venezuela, con maestrías en Ciencias Políticas en la Universidad Simón Bolívar y en Estudios Latinoamericanos en la Universidad George Washington, Fabiola no cree en poses ni falsos pedestales. Para seguir informando en Venezuela hay que mantener el pulso sobre las fuentes y trabajar muy duro. La pandemia la obligó a hacer una reorganización total de su vida.

"Para mí significó una reingeniería de mi horario y el horario de la casa porque soy madre de dos hijos".

El reto de reportear a distancia

La reflexión es otra de sus constantes. Antes de responder cómo la crisis del coronavirus ha cambiado su vida, definió su "reclusión forzosa" como una restricción de movimiento que hacemos por el bien de la humanidad.

"Es una situación de fuerza mayor, en todos los países, que estamos viviendo juntos. Debemos incorporarlo. Creo que la humanidad nunca había vivido junta algo al unísono como esto".

La universalidad de las experiencias las ha notado en los “diarios de cuarentena”, en los que muchas personas de lugares distantes han descrito similares experiencias vitales. En el aspecto profesional, el confinamiento ha representado importantes desafíos.

"Esta reclusión forzosa me obligó a renovar mis fuentes y mantener las que tengo vía online, que es algo complicado porque para el trabajo periodístico uno necesita visitar, contactar, conversar, cara a cara con las personas. Eso ha sido todo un reto para mí. Organizarme y seguir haciendo el trabajo con la misma calidad pero en una circunstancia que impide el contacto".

Zerpa dijo que el distanciamiento físico dificulta de manera particular el ejercicio profesional del periodismo en Venezuela porque existe "un oscurantismo mediático, tanto a nivel privado como a nivel público, con un gobierno que escasamente informa".

Pero el confinamiento también ha tenido sus ventajas. En su casa dispone de un espacio exclusivamente para trabajar, lo que le ha permitido tener cierto nivel de relajación que mejora su escritura en inglés, idioma en el que redacta todos sus despachos.

La recuperación del espacio interior

Como la pandemia ha eliminado los tiempos de traslado, ha aprovechado esas horas valiosas para hacer una larga lista de tareas postergadas. Primero se ha puesto al día con proyectos cotidianos que siempre dejaba de lado. Pero también decidió aprovechar la erupción de ofertas de mejoramiento profesional y de esparcimiento. Ha dedicado su tiempo en organizar su música y sentarse a escucharla. También se inscribió en un curso online de filosofía y en un taller de crónica.

"He tomado más empeño, quizá también por la edad, en cultivarme. La pandemia nos ha abierto la posibilidad de mirarnos adentro, pero también de mirar adentro a los demás. Alimentarnos con lo que nos alienta a ser más creativos, propositivos, a construir desde lo cotidiano en el hogar y/o en el exterior, a través del trabajo o de la acción social".

Fabiola Zerpa dice que la crisis del coronavirus le ha permitido pasar más tiempo con sus hijos y "acompañarlos en esta situación tan disruptiva como son las clases online". Es un tiempo de calidad que trabajando en la calle no podía tener.

Decidió retomar rutinas que iniciaron mucho antes de la pandemia, durante los apagones que comenzaron en Caracas en el 2014 y tuvieron su peor momento en el 2019. "En esa época pasábamos el rato con juegos de mesa y ahora los descubrimos otra vez. Eso nos ha quedado y ahora jugamos así haya luz. Para mi es importante porque ellos son adolescentes y estoy más cerca que antes".

El equilibrio entre la maternidad y su trabajo periodístico ha sido una de sus preocupaciones más importantes desde que tuvo a su primera hija hace 14 años. "He leído mucho y reflexionado mucho para tratar conciliar y aplacar los desequilibrios. Cómo ser más eficiente. A veces creo que lo logro y otras veces no".

Un factor fundamental en su ecuación familiar es el apoyo de su esposo Tamanaco Ramírez, quien ha asumido gran parte de la crianza y la logística del hogar. "La crisis económica venezolana ha obligado a mi esposo a quedarse en casa y ahora estamos haciendo una buena dupla y nos compensamos. En nuestro matrimonio ha habido momentos en que uno tiene más trabajo que otro y siempre nos ayudamos en las labores cotidianas".

Dice que no le gusta hablar de sus carencias porque realmente no las tiene. Su trabajo como corresponsal de un medio internacional y vivir en la casa materna la han ayudado a mantenerse a flote. Pero hay deficiencias en los servicios públicos de las que no se salva, como que el agua que sale por sus grifos sea marrón y fétida.

"Desde que nacieron los chamos adquirimos la rutina de hervir el agua. Es algo del siglo pasado, que hacían las generaciones de nuestros padres hace 50 años, pero como la red del servicio de distribución y potabilización del agua es tan mala hemos tenido que acostumbrarnos a hacer algo que es responsabilidad del estado".

En su casa usan gas metano que viene de pozos y eso le evita tener que perseguir las bombonas que realmente son escasas. Lo que más le afecta para trabajar es la mala calidad de la telefonía y de internet. Aunque mención aparte merece la lucha contra las restricciones, la censura y la poca disponibilidad de medios confiables para verificar la información.

"Vivir en la precariedad me afecta en la fluidez. A mis compañeras de trabajo, que viven en edificios, las afecta mucho más. Pero mis jefes son muy comprensivos con la situación, como el tiempo que hay que pasar para hacer las colas para comprar gasolina". Se siente afortunada de formar parte de una red que puede ayudar en un país sin calidad de vida, con una recesión que ya tiene 8 años, con hiperinflación y ahora con coronavirus.

"Antes eran ayudas esporádicas pero ahora es permanente. No les he quitado el sueldo a las señoras que venían a ayudarme porque es lo único que ellas pueden recibir". También le toca ayudar a familiares y amigos para que puedan someterse a exámenes médicos, comprar medicinas e insumos para sobrevivir.

Fabiola Zerpa

Simbiosis con la diáspora

Fabiola dijo que una de las cosas que más lamenta es vivir "en un estado delincuencial que no te permite moverte a tus anchas e impiden a mis hijos conocer el país que yo conocí y recorrí". Y una manera de sobrellevar esas dificultades es "cultivándonos y mirando afuera donde están muchos de los afectos". Por eso rechaza las críticas a la diáspora y pide a los que están afuera a no sentir culpas por haber salido del país.

"Somos todos una comunidad y debemos funcionar como un organismo simbiótico. Conversar, retomar y ejecutar el cariño con los que están afuera es importante. Nos están alentando con donaciones, con la interlocución interna, abriéndonos los ojos, manteniendo ese flujo de energía. Ustedes ayudan a ampliar las redes para sobrevivir esta emergencia humanitaria que estamos viviendo. La comunidad de venezolanos en el exterior se ha organizado mucho y es vital para los que estamos adentro. Todos sufrimos y todos nos ayudamos. Siempre seremos uno".