Felicidad en el pasillo del terror

¿Cómo es posible que cuando la noticia principal es la visita de ilustrísimos expresidentes de diferentes partes del mundo se malgaste papel explicando cómo lograr ser feliz? La mejor forma de ser feliz es relacionar lo bueno y lo malo a nuestro favor, porque, hasta lo malo, puede ayudarnos a ser felices.

Este país que se nos ha puesto triste por muchísimas razones, entre ellas la injusta prisión de López, Ledezma, Ceballos y de otros inocentes que están presos en cárceles deprimentes, de pronto se siente feliz ante la visita de auténticos estadistas, de impecable hoja limpia en cuanto a democracia y credibilidad se refiere. Vienen para defender a los presos políticos venezolanos, que han sido secuestrados y maltratados por quienes, infructuosamente, tratan de gobernarnos. Que los dejen entrar o no al país es irrelevante, ya que estos caballeros, hombres decentes y líderes de verdad, han dicho: Venezolanos, el mundo está pendiente. No están solos.

¡Qué éxito esta visita! Si estos destructores que nos mal gobiernan, fueran inteligentes, por el bien de ellos, los dejarían arribar a tierra venezolana. El gobierno está asustado, y los sustos dan retorcijones de barriga, cosa peligrosa en un país que tiene el único presidente del mundo que ha desaparecido el papel tualé.

Fidel y su hermano, ahora el beato Raúl, me han hecho muy feliz. Ellos son cultos dictadores e inteligentes para la manipulación, la mendicidad y la maldad. Además de arruinar a su país, frustraron a cinco generaciones de cubanos que hoy, ¡por fin!, ven no una luz, sino un sol al final del largo, oscuro e infeliz túnel, llamado comunismo-socialismo. ¿Qué me hace feliz? Que Fidel, que sí ha estudiado el marxismo-leninismo, diga algo tan insólito como: “Ni a nosotros nos ha funcionado el socialismo”. Me hace feliz ver a este par de cínicos, capitulando ante todos los imperios del mundo, incluyendo al Vaticano. Me hace feliz que el presidente Barack Obama sea el nuevo libertador de Cuba.

La única forma de perder las elecciones es que los imbéciles habladores de paja, pesimistas y abstencionistas, no vayan a votar, o que Nicolás Maduro sea nuestro jefe de campaña.

No caigamos en depresiones. Mucho voto mata trampa. En la madrugada del día de las elecciones seremos muy felices al ver a la presidente del CNE, con su cara triste, bajando por el pasillo del terror de barandas grises, para decir, que esta vez, muy a su pesar, Venezuela ganó.

@claudionazoa