Laureano Márquez: “Los venezolanos estamos sometidos a un permanente secuestro exprés”

Laureano Márquez, Miembro de Honor de Venezuelan Press, de gira intensa por Berlín, Oslo, Madrid, Londres, Barcelona, Viena y hasta Abu Dabhi, el reconocido humorista emprende una cruzada imposible: hacer reír a un público diverso contándoles cosas bizarras que pasan en Venezuela, pero sin burlarse del venezolano que hace cola para comprar el pan, porque “la gracia no está en que la señora que limpia el suelo del banco se resbale, sino en que el presidente del banco se caiga”.

Laureano Márquez con Venezuelan Press

Foto: Carleth Morales

Ser invisible no consiste en que no puedan verte, sino en que no quieran mirarte. Algo de eso hay en el oficio del humorista, obligado a describir con seriedad la realidad, tal y como la percibe, y provocar en el público el placer de la risa. Sorprendido de ver gente tomándose relajada un café bajo las terrazas de Barcelona, mientras España sigue sin gobierno, el politólogo Laureano Márquez, metido a humorista para sobrevivir, es tomado como rehén por periodistas que le abordan en la entrada del hotel. Con ellos comparte gratos minutos de conversación, antes de irse a descansar porque le espera una presentación en el Teatro Apolo ¡a las 11 de la noche! Un motivo más para su asombro.

“Sí, en Venezuela es cada vez más difícil hacer humor”, admite a una de las preguntas que les disparan Claudia Delgado, Antonio Fernández Nays, Sandra La Fuente Portillo, Omar Pineda y Brenda Berrocal en un conversatorio doble, con periodistas de Venezuelan Press en Madrid y Barcelona, y donde gravita la preocupación de quien reside afuera y la inquietud de quien, como él, es consciente que regresa a un país más deteriorado.

“Para mí sería muy fácil emular al Presidente y preguntarle a alguien que está excesivamente flaco si está haciendo la dieta de Maduro, lo que además de burla comporta un acto de crueldad, particularmente de quienes gobiernan y pueden viajar con sus dólares para conseguir los alimentos y las medicinas que les hacen falta a los demás”.

Por eso, explica, sus shows de humor inevitablemente cruzan la línea de la crítica; es decir, de lo subversivo, porque aunque no dedica ni un minuto para hablar de Maduro o de Cabello, intenta crear conciencia en un público que supone son venezolanos en un 90%. “El otro 10% son las parejas de estos venezolanos, obligados a ir a mis presentaciones y que no son ajenos a las luchas internas del PSUV o a la designación de viceministros para cada rubro alimenticio por parte del general Padrino López”.

Las preguntas de los periodistas fueron directas a temas que generan controversia: el diálogo con el gobierno, el revocatorio, la vida interna de la Mesa de Unidad o la pregunta que se hace cualquier vecino en el ascensor: ¿qué va a pasar? Para Laureano Márquez, en principio, nadie debe temerle al diálogo y confiesa que le preocupan los tuits de quienes opinan que no se debe negociar con malandros.

“Cuando alguien, en su buena fe, dice eso, yo le recuerdo que la situación de Venezuela es como la de un secuestro express. Yo a veces pienso que los venezolanos tenemos una pistola apuntándonos en la sien. Cuando uno está secuestrado (y mira que yo pasé por eso), a uno no le queda más que negociar con ese malandro, porque además el gobierno es el que tiene las armas y apunta hacia quienes nos oponemos a sus desmanes. Digo que estamos en una situación límite en la que debemos actuar con inteligencia sin ceder a los principios”.

El humor, último refugio de la libertad

Laureano Márquez advierte que no se siente privilegiado al utilizar el humor para decir lo que le de la gana. Al contrario, “pienso muy bien lo que escribo. Es verdad que digo lo que pienso, pero en algunas oportunidades tengo que buscarle la vuelta al cómo lo digo. Hay personas que no nombro, porque me voy a meter en problemas, ya todo el mundo sabe eso. Uno tiene que escribir como budista, porque  sabe que el garrote está ahí para cualquier brutalidad que se le antoje”. A su juicio, se trata de una situación preocupante porque nota que el humor le está quedando más patético.

“El problema que tengo en esa búsqueda es que cada vez es más difícil hacer humor. Un gran escritor dijo: Una obra humorística queda mejor cuando más se acerca a la seriedad. A mí particularmente se está acercando a la seriedad. Y eso no me agrada. Algunas veces no hago reír a la gente sino que las hago llorar y me digo, bueno, ¿la idea no era hacer reír a la gente? Es como si los estuviera estafando, porque me estoy vendiendo como humorista y termino en un análisis filosófico, histórico. Claro, juego hábilmente con el humor para que esté siempre presente, pero yo creo, que eso solo pasa en Venezuela: que tú vas a ver a un cómico y sales llorando”.

Son estas reflexiones políticas, de diagnóstico del país, las que se cuelan en las presentaciones de Laureano Márquez, aunque él se niegue a hacer mitin político. “Pero, qué quieres que te diga. Vivimos un periodo muy triste, debido a las medidas populistas y demagógicas que ofrecen cosas imposibles y terminan destruyendo a los países. Lo que está pasando Venezuela en estos momentos es la peor crisis que puede atravesar un país. Porque no solo se trata de una crisis económica, sino alimentaria, sanitaria, de infraestructura, y uno siente que tenemos pocas posibilidades de salidas democráticas, ya que los organismos electorales y judiciales cierran las salidas electorales democráticas, y eso lo sabe la gente, sean chavistas u opositores, que van a mis shows”.

Laureano Márquez. Foto: Claudia Delgado

Foto: Claudia Delgado

“Estas instituciones también están secuestradas, y no digo con ello que organicemos una marcha para liberar a Tibisay Lucena, sino que obedecen a un solo bando, un solo poder, y les importa muy poco la opinión de la oposición. Fíjense que tenemos una crisis de deuda, porque cuando más dinero entró por los ingresos petroleros, más se endeudó el país y, en estos momentos, los precios del petróleo están bajos y eso hace que nos endeudemos de la forma más vil. En medio de todas estas tragedias debemos recordar que hay una crisis de inseguridad brutal”.

  •  ¿Y la respuesta de la MUD a esta nueva treta del CNE?
  • Para responderte repito: la imagen que tengo a veces es que los venezolanos estamos bajo un secuestro exprés. Cuando uno está secuestrado, asumir esas posiciones son absurdas. Porque uno piensa, ¿cómo se va a discutir con ese malandro que te está apuntando a la cabeza y que además te tiene secuestrado? Esa es la situación del diálogo. Una cosa está clara: el gobierno no tiene interés en dialogar; al gobierno le resulta más fácil apuntar con sus armas a quienes nos oponemos. Por eso creo que es muy inteligente la estrategia de la MUD de dialogar pero sin abandonar las protestas que, por otra parte, surgen de manera espontánea, por la misma gente.
  • ¿Nos estás diciendo que no hay salidas democráticas?
  • Perdón. Yo lo que digo es que se están cerrando las salidas democráticas. El gobierno las está cerrando. No digo que no las haya, creo que sí las hay, pero las vamos a ver cuando tú pongas la plata que el secuestrador quiere para dejarte libre.
  • ¿Y cómo reunimos esa “plata” para quedar libres?
  • Nuestra única plata o capital es la fuerza y la presión que podamos ejercer para hacerles comprender a los malos gobernantes, a estos malandros que nos están apuntando en la frente, que también nosotros los que nos oponemos a ellos, somos fuertes y que vamos a resistir. Te pongo un ejemplo: cuando a mí me secuestraron, un amigo llevó la plata para que me soltaran, y ese amigo estuvo en riesgo de que le quitaran la plata y nos mataran a todos, pero corrió el riesgo. Igual él fue, porque tenía la esperanza de que iba a vivir. Por eso digo que estamos en una situación límite y extrema y tenemos que apuntar a la esperanza.
  • Pero ¿con qué contamos?
  • ¿Con qué contamos? Solo un pequeño detalle: somos el 80% de la población. Es pequeño para el pesimista, pero es grande que jode. Eso me indica que casi todo el país está en contra de Maduro. Y yo me digo: si yo luché cuando éramos un 20%, un 30%, un 40% y un 50% ¿voy a tirar la toalla cuando somos 80%? Tengo que ingeniármela para que ese 80% se transforme en fuerza de presión, nacional e internacional, que promueva la salida de Maduro.
  • Esa parece ser la clave: saber controlar las emociones y no pisar el peine que te pone el gobierno…
  • Sí, porque la estrategia del gobierno es decirte siempre: no vas a poder. Yo he utilizado como estrategia, para entender cómo debe ser la lucha, el preguntarme qué quiere el gobierno de mí. El día de la gigantesca marcha del 1S, ¿qué es lo que el gobierno anhelaba? Que esa marcha de la oposición terminara en violencia callejera. Eso lo anhelaba el gobierno. Y es ahí cuando la oposición piensa, “no le vamos a dar eso” y nos fuimos retirando de la marcha a eso de las 2 de la tarde. Ellos podrán decir son unos cobardes. Pero resulta que esos “cobardes” lo que querían era evitar que se formara lo que quería el gobierno: hechos de violencia.

La fuerza de la protesta

Laureano Márquez sabe que el tema no se agota ahí, en el desprestigio del gobierno. “Desprestigio no tumba gobiernos, por dos razones: por un sistema institucional que así lo permite o porque hay un acto de fuerza que así lo permite”. Se refiere a que los actos de fuerza no tienen que ser necesariamente los que rompan el hilo constitucional.

“No, esa fuerza puede ser de paro general, de marchas multitudinarias, protestar a las puertas de un hospital porque no atienden a los niños o porque no hay alimentos o medicinas. La fuerza de quienes están descontentos está en la protesta. Por eso el gobierno le teme a cualquier protesta y envía a sus pistoleros a infundir el miedo. Entonces ¿qué hacemos? ¿Me declaro en rebeldía, en inacción? Yo no soy partidario de aquello de salgamos a la calle y no volvemos. Eso es mentira. Con un gobierno así, eso no vale. Es como decirle al malandro que te ha secuestrado: bueno, ahora no voy a comer la comida que me trajiste. Él te dirá: me sabe a bolas que no te la comas o que te mueras. Porque si te mueres, yo sigo negociando por tu rescate y después no te entrego”.

  •  ¿No crees que ahora sí estamos en el momento de un paro general y de aplicar el artículo 350 de la Constitución, y declararnos en desobediencia civil?
  • Nosotros estamos en desobediencia civil desde el 12 de octubre de 1492. Venezuela es un país que vive en desobediencia civil. ¿Qué hacemos? ¿Nos comemos las luces del semáforo? Pero si nos las hemos comido siempre; o no voy a trabajar, pero si no trabajo nunca… Pero en lo que sí creo es en una protesta pacífica. Hay que sentarse a pensarlo creativamente, que mueva a la gente.
Laureano Márquez. Foto: Claudia Delgado.

Foto: Claudia Delgado

Yo regalo esperanzas

“Soy consciente que el propósito de mi oficio de humorista es hacer reír al público, pero no por ello no renuncio a que la gente analice las causas históricas de lo que nos está pasando como país. Que la gente entienda la responsabilidad personal que debe tener en el cambio del país. No puede esperar el gran cambio, ni el mesías con soluciones mágicas. El gran cambio lo haces tú cuando te levantas y decides qué clase de país vas a practicar. Si tu vas a buscar dólares, te vas a meter a corrupto, que no te importa el otro, al final del día será ese el país que dejarás a tus hijos; pero si practicas lo otro, lo más civilizado y educativo de nuestra historia, ese es el país que tendremos. Por eso trato en mis espectáculos sobre la esperanza. Porque la esperanza para nosotros los venezolanos no debe ser que el petróleo suba, sino la esperanza está en que el corazón civil suba, que el ciudadano suba, que el civil se exprese. Que rompamos con los atavismos de nuestra historia, de riqueza fácil, poco apego a lo institucional, de la búsqueda de un líder, de un caudillo, de un superhéroe. Para acabar con estos atavismos es indispensable un proceso de educación cívica del alma venezolana. Tenemos con urgencia que educar al ciudadano, no tenemos país porque no tenemos ciudadanos educados, porque no hemos formados a ciudadanos. Y hay que formarlos de lo elemental. Sería feliz haciendo campaña de formación moral y cívica en Venezuela, cuando pase esta catástrofe que estamos viviendo”.

El desaliento es la herramienta del diablo

“Tengo la suerte increíble que desde mi apartamento veo El Ávila. Eso me da esperanzas y me permite reconciliarme con mi país, porque Venezuela tiene abundantemente belleza en todos los órdenes. Pero esa belleza termina en ese poder corrupto inescrupuloso. Mi gran inquietud es porque nosotros, con tanta belleza y tantos dones, estamos tan destruidos. Que no se puede aceptar esa destrucción en la cual estamos metidos. Creo que Harvard tiene que hacer un estudio sobre nuestro país. Por eso, cuando yo siento que todo está acabado, me digo que el desaliento es la herramienta preferida del diablo. Vuelvo a mi ventana, veo El Ávila y siento que hay razones para luchar”.