Michelle Roche: “Me salvé del acoso escolar por ser lectora”

Michelle Roche Foto: Gabriel Osorio

Michelle Roche

A Michelle Roche la conozco desde que estábamos en cuarto año de carrera en la UCAB en Caracas, cuando empezamos a estudiar la mención Periodismo y éramos unas veinteañeras de principios de siglo. Desde ese entonces somos amigas.

Ella me llama “Negra” (como muchos de mis amigos) y yo a veces la digo Michi o su variante MichiRoche. En aquella época universitaria íbamos a la playa con nuestros compinches y Michelle se aparecía con una pamela grande y un estuche repleto de todo tipo de potingues y refinadas cremas para cuidar su blanquísimo rostro. A mí me parecía aquello una hipérbole.

Ella me replicaba con esa manera sentenciosa que a veces suelta: “¿Te crees que esa piel estupenda de negrita te va a durar toda la vida? ¡No te la cuides para que veas! ¡Hablamos a los 40!”. Y bueno, no tenemos los 20x2 pero estamos muy cerca. ¡Y nos vimos!¡Vaya si nos vimos!

Michelle se ha convertido, como era muy predecible, en una escritora y crítica literaria. Desde febrero de 2015 vive en España y dedica sus días a investigar, leer y escribir sobre temas de género, del marianismo (la concepción de la Virgen María y cómo este influye en las mujeres y su postura ante la vida) y de la familia como cosmos identitario del individuo que lo enfrenta al mundo.

Este año se ganó el premio Francisco Ayala por su colección de cuentos “Gente Decente”, editado solo en digital por Musaalas9. Acabo de leer el libro y por eso la invito a casa para hablar de la obra, de su literatura, de España y, cómo no, de Venezuela.

Pongo un disco de Frank Sinatra en un volumen bajito, casi susurrante, para que recordemos cuando ella vivía en Nueva York y recibía visitantes venezolanos en su piso (siempre y cuando le llevaran una paca de cigarrillos Belmont). Ahora no fuma y corre cada mañana para alborotar sus endorfinas y sentarse a escribir.

Llega vestida de negro cerrado (como casi siempre), pendientes de pedrería,  grandes y bellas gafas de sol, un bolso enorme donde parece cargar una oficina entera. Trae además una bolsa de palmeritas con chocolate y solo acepta que le ofrezca agua. Tiene alergia por unas reformas que hay en su edificio y el polvillo le ha alborotado la nariz. Lo comenta casi como una advertencia.

Antes de encender el grabador hablamos como unas pericas, como corresponde a dos amigas. Pasea por mi piso, me comenta sus observaciones, le gusta la pequeña terraza, luego pasa al salón y  se sienta en posición de entrevistada.

Le digo que empecé a leer su libro no con la mirada de una amiga, sino con mucha curiosidad, sin saber muy bien qué me iba a encontrar. “¡Lo que leí me sorprendió. Lo que hallé fue sorpresa!”, le comento y ya le saco la primera sonrisa.

¿Por qué “Gente Decente”?

En nuestro país ser gente decente es el status quo, el deber ser. A uno lo crían para ser gente decente, para mejorar social y económicamente. Este libro va de ocho cuentos de familia. La familia es tu primer encuentro con el otro, con el exterior y es por ende lo que perfila tu ser, es tu carnet de identidad, tu carta de presentación , la forma en la que existes tú en el mundo.  De las ideas que esta familia maneja se va a moldear tu vida.

Para leer la entrevista completa pinche aquí