Pedro Zerolo: Un venezolano en el Ayuntamiento de Madrid

In Memoriam. Esta entrevista la hicimos en febrero de 2005 para la revista Aquí Venezuela, en Madrid. Hoy es nuestro homenaje.

“Los principios de libertad, igualdad y fraternidad son los que tienen que iluminar a cualquier persona que se dice de izquierdas”. Pedro Zerolo

Nació en Caracas en 1960, hijo de la emigración política y económica de la España de la posguerra. Es abogado, concejal del Ayuntamiento de Madrid, Secretario de Movimientos Sociales y Relaciones con las ONG por el PSOE y hasta hace poco Presidente de la Federación Estatal de Gays y Lesbianas. Nuestro personaje del mes es “todo un personaje”, para quien el amor es el combustible que mueve al mundo. Citar constantemente a músicos y poetas no es común y Pedro lo hace con la naturalidad de quien lee por afición y ama con pasión.

• ¿Dónde y cuándo naciste? 
• En Caracas en 1960, pero en el 62 ya mis padres estaban volviendo a Canarias.

• Entonces tu acento no es venezolano…

• Es tinerfeño, con matices venezolanos porque tengo familia en Barquisimeto, Caracas y Puerto Ordaz. De pequeño fui muchos veranos a Caracas porque mi madrina tenía una boutique en Sabana Grande y me invitaba. Ahora voy siempre que puedo.

• Medio venezolano y medio canario ¿No es así?

• Vivo a Venezuela como mi país natal, me siento nacido en Caracas, en Venezuela, en Latinoamérica, pero con el tiempo mi corazón se ha ido partiendo en muchos trocitos, porque también me siento canario, europeo, como decía un poeta latinoamericano, Mario Benedetti: “Tenemos que ser pedacitos de un enorme plural”, yo creo que mi corazón está lleno de pedacitos y uno de ellos tiene que ver con mi Caracas natal.

• ¿Por qué emigran tus padres?

• Soy hijo de la emigración política y económica. Política porque mis padres eran españoles de izquierda y en los años 40 y 50 eso suponía la persecución, y económica porque en Canarias aquellos años fueron de mucha pobreza. Mi padre emigró a Venezuela, trabajó como profesor de química y matemáticas en Barquisimeto y cuatro años después le pidió a mi madre que se casara con él. Lo hicieron por poderes y ella se fue a Venezuela a ver a un hombre del que estaba enamorada pero que no veía desde hacía mucho tiempo. Algo inconcebible hoy en día. De mis padres he heredado muchas cosas, una de ellas es que fueron dos verdaderos amantes y depositaron mucho cariño en mis tres hermanos y en mí, eso me ha servido como combustible estos años en los que me he tenido que abrir camino en Madrid.

• ¿Ha sido ese ejemplo de amor el que te ha ayudado a avanzar? 

• Sí, no sólo he tenido el referente de amor de mis padres, sino el de una familia que cultivó los lazos que unen y los valores que aglutinan: los de solidaridad y ayuda mutua.

• ¿Qué significado le das al amor?

• Soy un enamorado del amor y lo he defendido siempre. Creo en la pareja, en la familia, en el compromiso paterno y materno filial, en el cariño, en el romanticismo, eso me ha servido para defender con mayor ahínco los derechos civiles, porque todas las luchas de liberación por ir hacia una sociedad mejor en definitiva son luchas románticas, que tienen que ver con el amor, con el unir las manos, como decía Mercedes Sosa: “Todas las manos todas”.

• ¿Tu origen latinoamericano ha sido una limitación en tu carrera política? 

• En Canarias no, allí se habla de Venezuela como la octava isla, además vengo de una familia volcada a la política, mi padre fue el primer alcalde democrático de La Laguna. Pero en Madrid sí, he sentido discriminación por mi origen, mi acento, en alguna ocasión he manifestado con claridad que he sentido más discriminación por hablar como hablo que por amar a quien amo.

• Has sido pieza clave en las negociaciones para la modificación del Código Civil en materia de matrimonios homosexuales ¿Se ha ganado esta batalla? 

• Yo he tenido muchas batallas, soy un hombre de izquierda que ha intentado toda su vida volcarse con los más desfavorecidos, discriminados, marginados, si sumamos entre excluidos, homosexuales, mujeres, estamos hablando de más de la mitad de la población del mundo. Siempre he tenido una actitud política con la vida, nunca he estado satisfecho con lo que me rodea, porque como decía el poeta vasco Gabriel Celaya: “Cuando uno está satisfecho muere”. Hay que estar constantemente insatisfecho cuando se es de izquierda, en un mundo en el que no soplan vientos de libertad, igualdad, ni mucho menos de fraternidad.

• ¿Cuándo comienza esta lucha?

• Desde siempre. Cuando llegué a Madrid y empecé a ejercer la abogacía lo hice en Entrevías ayudando a la gente que lo necesitaba, en la parroquia San Carlos Borromeo, donde conocí a una persona que ha sido fundamental en mi vida: el cura Enrique de Castro, que me hizo reafirmarme en mis principios laicos de la religión, los mismos que tienen que iluminar a cualquier persona que se dice de izquierda que son los de libertad, igualdad y fraternidad, y como no puede ser de otra manera también cuando se es de izquierda, he intentado ser coherente y si era homosexual lo que no podía hacer era ocultarlo e inmediatamente me vi en los colectivos reivindicativos para echar una mano, para convertirme en un activista más.

• ¿Y cómo ha sido?

• Difícil, como todas las luchas de liberación, como la de los esclavos por conseguir su libertad, la de los negros por conseguir la igualdad, la de las mujeres por conseguir su reconocimiento.

• ¿Tienes otras batallas por librar? 

• Todavía hoy no se ha triunfado del todo, cuando esta entrevista se publique el gobierno ya habrá cumplido su promesa electoral de remitir a las Cortes Generales el proyecto de modificación del Código Civil para que quepa el matrimonio entre personas del mismo sexo, que supone las leyes de la igualdad, acabar con la intolerable discriminación que todavía sufren en este país los homosexuales por el hecho de serlo. Pero esas leyes tendrán que salir del Congreso de los Diputados y superar las manifestaciones de sectores ultra conservadores que no quieren que nada se mueva, que siguen diciendo lo mismo que dijeron en 1978 por no ir más atrás, que se han opuesto a todo, que no querían una ley de separación y de divorcio, ni una de adopción, ni de reproducción asistida, ni campañas de prevención del VIH, ni de embarazos no deseados, que por no querer no querían ni una Constitución como la que tenemos hoy.

• ¿Crees que estas batallas que libra hoy España serán emuladas por los pueblos latinoamericanos? 

• Venezolanos, argentinos, peruanos, mexicanos, están viendo que esa sociedad es posible en un país como España y nos están tomando como referencia, sobre todo en un momento en el que España, de cara a Latinoamérica, ha pasado de ser un país antipático a ser un país simpático, es más, empático, que transmite valores y eso es muy importante para los cambios que necesariamente se tienen que producir en Latinoamérica.

• En el caso de la sociedad venezolana ¿Consideras que está preparada para estos cambios?

• Por supuesto, siempre he creído que otra sociedad es posible, lo que hay que hacer es ponerse todos los días a trabajar. Hasta antes de ayer me decían que en España era imposible ese cambio por la fuerte presencia de la jerarquía de la Iglesia Católica y de los sectores ultra conservadores, y es posible. Ese valor es perfectamente exportable a los pueblos latinoamericanos que están preparados para asumir el cambio, de lo que se trata es de encontrar mujeres y hombres que los lleven a buen puerto.

• A tu juicio ¿Qué está pasando en Venezuela a nivel político y social?

• Lo que hay es una falta de entendimiento entre dos segmentos importantes de su población, yo creo que cediendo, apostando por sacar adelante al país desde la generosidad se puede avanzar. Venezuela tiene un potencial enorme, entre todos y todas tiene que salir adelante, es una asignatura pendiente a la cual tenemos que contribuir, aquí no sobra nadie, desde la diferencia de cada cual podemos y debemos convertir a Venezuela en un referente para América Latina.

• ¿Qué le recomiendas al venezolano que está emigrando, como un día lo hicieron tus padres? 

• Que interiorice todo lo que está viendo y escuchando, que se empape bien de valores de solidaridad, colaboración, ayuda mutua y que cada vez que tenga la oportunidad los transmita. A Venezuela la construimos todos, los que están fuera y los que están dentro, incluso los que están fuera tienen la obligación moral de ayudar a sus hermanos que están allí, no sólo económicamente sino, insisto, interiorizando las ideas de diversidad y pluralidad que producen una mayor fortaleza y avance social, que rigen una sociedad moderna con criterios de reparto de riqueza y justicia. En Venezuela ha habido mucha injusticia social, creo que un reequilibrio y una mejor distribución de la riqueza hará que ocupe el lugar que le corresponde en el mundo.

• Aunque te viniste muy pequeño ¿añoras algo de Venezuela?

• Añoro esa Venezuela verde, esa fuerza de la naturaleza, ese chorro de vida. Los responsables políticos de ahora y los que vengan deben tener en cuenta que a Venezuela hay que mimarla y ningún mimo mejor que abogar por un desarrollo sostenible. Por otro lado echo de menos la comida, los tequeños, las hayacas, el cilantro, cuando voy al mercado y veo cilantro lo asocio con Venezuela, a lo mejor porque mi familia lo usaba mucho. Echo de menos muchas cosas, sus playas y su gente.