Atareado y ofendido

¡Ser padres es duro! La madre, o el padre, o los dos, se levantan a las 4:30 am para preparar desayuno, merienda y almuerzo de sus hijos. Luego se bañan -las mujeres se maquillan y los hombres se afeitan-. Después hay que levantar al o a los muchachos quienes a esa hora son divinos y, somnolientos, ruegan por 10 minutos más para seguir durmiendo.

En el desayuno siempre pasa algo chévere: se rompe una jarra con un litro de chicha, el más chiquito vomita, se queman los huevos, hay que vestir a los niños dormidos y éstos no se dejan, el bulto se pierde, las llaves del carro y las de la casa se extravían y algo peor: el niño dice que olvidó copiar, en colores diferentes, la tabla de multiplicar en números romanos del uno al veinticinco. ¡Cunde el terror! Así que… ¡lo siento! Es un cuarto para las seis de la mañana y si no salimos ya nos agarra el tráfico y llegamos tarde, y si llegamos tarde, no los dejan entrar.

Es lógico que los padres lleguen a sus trabajos vueltos leña. Sin embargo, el calvario no termina allí. Falta lo más sabrosito: regresar a casa en la tarde para encontrarse con que pusieron, es decir, les mandaron, una tarea espantosa:

-Forrar, sin dejar burbujitas, 15 cuadernos con papel contac.

-Hacer los márgenes con rojo a los cuadernos de matemática, dejando 3 cuadritos de lado y lado, y con azul, los márgenes de los demás cuadernos.

-Recortar de un periódico veinte palabras que comiencen con equis y terminen con zeta y 35 que comiencen con w. Luego hacer con ellas un texto usando el verbo desguazar en presente, pasado y futuro.

¿Por qué, Dios mío? ¿Por qué los padres deben sufrir tanto? Las tareas parecieran una venganza de los maestros por tener que calarse a nuestros angelitos durante todo el día.

Amigos maestros, soy vocero de miles de padres que se están neurotizando. Sabemos de sus sacrificios, de lo poco que ganan, del tiempo que le dedican a preparar y a dictar las clases, de lo que a diario estudian, de lo que quieren a nuestros niños pero, por favor, que hagan la tarea en el colegio. Bueno, los dejo porque a mi hijo Daniel, de 8 años, le mandaron una tarea: elaborar una maqueta del Aula Magna de la UCV, incluyendo las nubes de Calder.

Además, me enviaron esta nota: “Se observa que el alumno es descuidado con las tareas. El representante debe firmar la notificación”.

¡Es el colmo! Me están llamando descuidado. ¡Las tareas las hago yo! Tendré que darle esta nota a mi mamá, quien tiene 95 años, para que la firme.

@claudionazoa