Cuando un periodista hace hallacas… hace hallacas de autor

Notas de prensa, entrevistas, programas de radio, reportajes. Éste es el día a día de un periodista, de un periodista en cualquier parte del mundo. ¿Pero qué pasa cuando un periodista emigra, y se enfrenta a un mundo distinto, a costumbres diversas y tradiciones diferentes? En el caso de los periodistas venezolanos, muy sencillo: ¡hace hallacas! Pero no cualquier hallaca, no, hace “hallacas de autor”, con estilo, de esas que llevan firma, sello y hasta guión. De esas que llevan secretos y, por qué no, exclusivas.

Llevo 15 navidades viviendo en Madrid y –afortunadamente- todas han tenido algo en común: he hecho hallacas con mi mamá, que me visita cada diciembre y trae consigo el espíritu de la Navidad a mi hogar. El día que llega, hacemos hallacas. Y espero que sea así por muchísimos años más, porque es la mejor manera que tengo de transmitirle a mis hijas esta tradición que huele a familia, que sabe a Venezuela.

Y si bien es cierto que, como yo, son muchos los venezolanos que hacen hallacas en España, las de los periodistas tienen un no sé qué, que las hace especiales. ¿No me crees? ¡Compruébalo por ti mismo!

Eugenia: "mis hallacas tienen la sazón de mi abuela"

eugenia1Hablar de hallacas en Madrid es hablar de Eugenia Adam, una conocida locutora que hace hallacas desde que tiene uso de razón. Emigró a Madrid en 2003 y ese diciembre hizo apenas 12 hallaquitas "para tener la Navidad en mi plato el día 24, pura nostalgia envuelta en hojas de plátano". Regaló algunas y gustaron tanto que, a partir de allí, fue un no parar.

Creó en 2010 el Concurso “La mejor hallaca de Madrid”, con tanto éxito que este 2015 cumple su V edición, ahora más internacional.

Cuenta que lo más difícil de conseguir es el ají dulce y lo más caro las hojas. "Antes un kilo costaba hasta 7 euros", ahora se pueden conseguir hasta por 3 euros. Explica que el onoto hay que buscarlo como achiote, porque así lo llaman colombianos y ecuatorianos. "Las aceitunas son de primera calidad. Cuando llegué a España vi tal variedad que tuve que investigar cuál es la que usamos y es la llamada manzanilla". Aquí ha aprendido "truquitos" como hacer la masa con el caldo lo más caliente posible o agregarle las pasas al guiso bien hidratadas. Agradece el día que se atrevió a hacerlas con aceite de oliva "y desde entonces las hago con el oro verde de España". Las hace en familia, en el Puente de la Inmaculada (8 de diciembre) "con gaCTyc5tCWsAAmS3Kitas, copas y todo" y sus bollos picantes-dulces son un espectáculo. Cuando se dio cuenta de que gustaban, y mucho, decidió venderlas. Ahora tiene clientes fijos y hasta las hace vegetarianas. "Una vez un andino muy conocido me pidió que le pusiera sus garbanzos, también me las han pedido de pavo y con muy poco aceite. He enviado hallacas veganas al País Vasco" relata entre sus anécdotas. Los clientes las buscan en su casa y cuestan 7 euros. ¿La diferencia? La sazón de su abuela. Para contactarla pueden enviarle un mensaje a eugeniadam@gmail.com.

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Silmar: "las hago con mucho amor y poca grasa"

silmar1Silmar Jiménez es una periodista venezolana que vive en Aranjuez (Madrid) desde el año 2008, pero no comenzó a hacer hallacas sino hasta 2010, "animada por la nostalgia de nuestra cena navideña y la necesidad de tener un espacio para compartir con los amigos" y, además, para que los invitados a su boda las probaran. Casada con un holandés, quiso que éste conociera su tradición. Las hace ella sola, comenzó con unas pocas y ha llegado a hacer hasta 100, para ella y sus amigos. El primer año le costó conseguir algunos ingredientes, pero ya es una experta.

"Al principio no sabía explicar lo del onoto o las hojas pero fui aprendiendo. Es divertido ir a la cacería de los productos que necesitas", aunque reconoce que nunca ha encontrado ají dulce.silmar3

Elaborar las hallacas es para ella un ritual y una alegría "desde el momento en que salgo a comprar los ingredientes hasta que me como la primera me envuelvo en un aura mágica. Me armo de mi vinito y mi música. Mi esposo se queda impresionado". No deja que nadie le meta mano al guiso, "es una especie de norma que aprendí de mi madre". Le gustan las hallacas pequeñas "con lo cual tienes posibilidad de comerte dos si te apetece, son bajas en grasa y procuro comprar las carnes en carnicerías de mercados, nada de preempacadas. Son de buena calidad y hechas con mucho amor". No descarta la posibilidad de venderlas "si alguien me las pide". En ese caso, el precio de la unidad es de 7 euros y ella podría llevarlas a casa del cliente "siempre que las pida con tiempo". Interesados escribirle a: silmarjimenez@gmail.com.

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Nancy y Gabriel: "nuestros amigos españoles nos han nombrado embajadores de la comida venezolana"
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Nancy Velasco es una periodista venezolana que vive en Madrid con su esposo Gabriel desde marzo de 2011. En Venezuela ayudaban a elaborar las hallacas en sus respectivas casas, pero cuando emigraron a España tuvieron que aprender a hacerlas ellos solos.

"Una Navidad sin hallaca es algo muy triste, además sin la familia, así que para darle un punto de alegría nos pusimos manos a la obra".

Averiguando, dieron con algunas tiendas de produnancy3ctos latinos y con el Mercado de Maravillas "donde conseguimos hasta las hojas". Desde Venezuela les mandan el onoto. Cuando hacen hallacas, Nancy y Gabriel escuchan gaitas "que nos acompañan en todo el proceso, además de un buen Ponche Crema, un vino o unos cubalibres". No faltan los bollos en esta jornada. El primer año tardaron 3 días e hicieron 35, el año pasado sólo tardaron 2 días y llegaron a las 80. No las venden, las hacen solo para comerlas en casa y compartirlas con amigos "así era la tradición en nuestras casas". Los amigos españoles a quienes obsequian hallacas les han nombrado "embajadores de la comida venezolana".

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Daniela: “las mías tienen un toque de locura que es secreto familiar”

daniela reymy 2Daniela Reymy es periodista y vive en España desde 2005, ahora en Écija (Andalucía). Desde pequeña, cada año, ayudaba a su madre y a sus tías a hacer el guiso, “yo cortaba y asistía, hasta que me vine a España y el secreto de la receta me fue revelado” cuenta entre risas. Comenzó a hacerlas apenas llegó, el primer año solo para ella y, a partir del segundo, para vender. “Estaba sin empleo y veía por los grupos de venezolanos en las redes sociales que había demanda. Así que las hice para vender y me fue excelente”. Cuenta que cada vez es más fácil conseguir los ingredientes, aunque varían los nombres: al onoto le dicen achiote, al papelón le dicen panela y hasta la Harina Pan la consigues en los sdaniela reymy 1upermercados. Daniela hace hallacas para evocar esos momentos en familia que tanto añora.

“Es una forma de unir a las personas más cercanas, a la familia que uno se hace aquí. Yo he llegado a hacerlas con gente de más de cuatro nacionalidades para enseñarles un poco de nuestra cultura, ¿el ritual? los más novatos lavan las hojas, jajaja”.

También hace bollos, aunque confiesa que a los españoles no les gustan tanto. La diferencia de sus hallacas “es que son gochas. Llevan garbanzos, un toque dulce y un toque de locura que es secreto familiar”. Lo más raro que le ha pasado es que un día un español, que organizaba su cena familiar, se las compró “para impresionar. Me hizo gracia”. Este año las vuelve a vender, cuestan 5 euros y las hace por encargo. Interesados contactarla por mail: daniela.reymy@gmail.com.

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Liezka: “mi secreto es que son de carne de vacuno y gallina”

liezkaLiezka O'Connor es periodista y vive en Valencia (España) desde el año 2002, pero no fue sino hasta 2007 cuando comenzó a hacer hallacas, al llegar su familia. A partir de entonces, la añoranza es menos y la compensan elaborando entre todos las hallacas. Para ella, conseguir los ingredientes es lo más fácil, “todo es de muy buena calidad y a muy bien precio”. La mayoría de las cosas las consigue en las tiendas latinas y en el Mercado Central de Valencia. El onoto se lo traen de Venezuela. Para hacerlas, es precisa la presencia de toda la familia, gaitas zulianas de fondo y, entre medias, llamadas telefónicas a la familia que sigue en Venezuela.

Tiene por costumbre que, una vez que comienza la elaboración, nadie sale ni entra de casa “una manía personal” dice.

Así las cosas, comienzan a hacerlas de noche y están toda la madrugada despiertos, cortando, preparando el guiso macerado desde hace días con vino tinto. La primera hallaca se la come su madre, y la última también. No lleva la cuenta de cuántas hace, pero sí sabe que reserva unas 50 para ella y su familia. Son tan sabrosas que, desde hace 5 años, tiene clientela fija. Dice que su secreto está en que emplea carne de vacuno y gallina, nada de cerdo. Una anécdota: una vez un español se las pidió de harina de trigo “porque eran más sabrosas”. Los clientes pasan a recogerlas por su casa o, en casos especiales, ella se las lleva. Cuestan 6 euros y para hacerle pedidos la pueden contactar al mail: leoh18@msn.com.

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Familia Suárez Lombó: “las nuestras llevan cariño, esmero y productos de primera calidad”

victorLa familia Suárez Lombó, compuesta por el periodista Víctor, su esposa Elsen y su hijo, vive en San Sebastián de los Reyes (Madrid) desde el año 2010, pero la tradición de hacer hallacas la traían ya en la maleta, bien aprendida, no en vano han seguido haciéndolas religiosamente cada Navidad.

“Uno de los más importantes referentes de la cultura a la que pertenecemos está marcado por lo que comemos. Cocinar nuestros platos es reafirmar lo que somos”.

Elsen está convencida de que los venezolanos en el exterior deben hacer hallacas porque “es seguir siendo nosotros, aunque la vida y el mundo nos haya cambiado el suelo que pisamos”. Agradece que la vida les haya traído a España después que a otros compatriotas, que fueron quienes abrieron los canales de distribución, por lo que consiguen fácilmente los ingredientes, la mayoría en el Mercado de Maravillas. “Hacer hallacas es un ritual casi sagrado que no podría desvirtuarse y a él concurren en nuestros recuerdos, no solo los presentes sino todos los que alguna vez estuvieron en el equipo formando parte de esa gran tropa ‘cocinante’, nuestra madre especialmente”. El secreto de sus bollos es hacerlos “cuando se ha acabado la gallina. Ese es el momento”. Este año han decidido hacerlas por encargo, después de que les animaran algunos amigos venezolanos que ya las han probado. Están convencidos de que cada hallaca es distinta, y cada autor refleja en ella su personalidad, pero en su caso “el cariño, el esmero y los productos de primera calidad” hacen la diferencia. Las venden a 6,50 euros y las entregan a domicilio. Quienes deseen probarlas pueden enviar un mail a: elssenbeatriz.lombo@gmail.com.

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Familia Moronta: “el secreto es hacer un guiso muy mimado, con mucho sabor, cuidando el punto al detalle”

patsyLa periodista venezolana Patsy, su hermano y su madre son expertos haciendo hallacas juntos. Lo hacían en Venezuela y, este año, repiten en Madrid, aprovechando la visita de esta última durante un par de meses. Porque es ella, la madre, quien encabeza la tradición, conoce a fondo la receta, dirige y ha hecho que las hallacas de la familia Moronta sean famosas en Caracas. Aunque está acostumbrada a los ingredientes venezolanos, adquirirlos en Madrid ha sido muy sencillo. Sólo ha tenido que ir al Mercado de Maravillas y al de Charmatín, donde ha conseguido todo de primerísima calidad. Reconoce que el ají dulce no se consigue tan fácil, “pero siempre tenemos de reserva”.

El ritual de esta familia comienza seleccionando los mejores productos y continúa con la minuciosa limpieza de las hojas, el corte y la clasificación de los ingredientes.

“El secreto es hacer un guiso muy mimado, con mucho sabor, cuidando el punto/sabor al detalle, y trasmitir la esencia familiar en esa receta: hallaca 100% caraqueña, con su topping característico” señalan. Es una elaboración armónica, unificada y homogénea, “porque hay meticulosidad y paladares exigentes que seleccionan cada ingrediente”. Lo más raro que les ha ocurrido es tener que agregar garbanzos a una hallaca caraqueña, para complacer a un cliente. Les gusta compartirlas con quienes les rodean, en homenaje a la tradición venezolana. “Los bollos también son riquísimos” comentan. Así como en Caracas, en Madrid también las están haciendo para vender. Su precio es de 7,50 euros la unidad, pero a partir de 10 las venden a 7 euros. Los bollos cuestan 5 euros cada uno. El período de reserva ya está abierto, hasta el 15 de diciembre, y las entregas son hasta el día 23. Continúan el 26, hasta el día 30. Los clientes deben ir a recogerlas, en una zona accesible de Madrid. Quienes deseen probarlas pueden hacer su pedido a: mariaemorontas@gmail.com o a patsymontiel@gmail.com.

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Chus y Máximo: “estamos convencidos de que la patria es también el paladar”

maria jesus2Chus y Máximo son una pareja de periodistas que vive en Madrid desde el año 2000. Hacen hallacas desde entonces, “en Venezuela nos limitábamos a ser actores secundarios, yo me encargaba de probar la deliciosa sazón de mi mamá y Máximo la ardua tarea, nunca bien valorada, de lavar kilos y kilos de hojas en la batea de la casa de su mamá” cuenta Chus. Hacer hallacas en España surgió de la necesidad de disfrutar de un ritual navideño, y casi el único, porque no son de arbolitos, adornos y lucecitas. Tan felices son haciéndolas que en 15 diciembres viviendo en Madrid, incluso en circunstancias adversas de tiempo o con una bebé recién nacida, han hecho sus hallaquitas. En Madrid encuentran todos los ingredientes, a buenos precios, de extraordinaria calidad y los compran casi en tiempo récord. “Hemos dado con un carnicero que nos hace el mejor corte para el guiso. Las hojas son caras, pero salvo algún año que se rompían con facilidad, salen buenísimas y vienen en un formato que facilita mucho su limpieza. Lo único es el ají dulce, no sabe igual”. Para ellos el ritual es el entusiasmo y las ganas de que cada año queden más sabrosas.

Suelen poner música venezolana navideña y alguna vez cae algún whisky, pero lo que nunca falta es el amor al plato “convencidos de que la patria es también el paladar”.

Con los bollos pasa lo mismo, incluso los tildan de “auténtica delicia”. No las hacen para vender “porque dan mucho trabajo”, maria jesus1pero sí para regalar “sobre todo el año que salen muchas”. Antes se ceñían a la receta de Scanonne, “que aún tenemos por ahí, llena de onoto” pero año tras año la han ido adaptando a sus gustos, prescindiendo de encurtidos y sustituyendo la gallina por el pollo, “porque nos encanta el esmechao dentro del guiso”, al que por cierto le tienen pillado el punto. Para ellos, lo más difícil es limpiar: las hojas en la bañera y luego todo al final. Recuerdan con cariño la primera vez que las hicieron “sábado noche, se acabó el gas de la bombona, las tuvimos que terminar el lunes, fue largo y caótico” pero se reservan para el final su recuerdo más amable “la Navidad de 2013 las hicimos con nuestra bebé de 4 meses en una mochila a la espalda, para tener las manos libres”.

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Pedro: “cuando llega diciembre se me despierta el gusanillo de hacer y comer hallacas”

En compañía de los bailarines William Alcalá y Carlos Tapia

En compañía de los bailarines William Alcalá y Carlos Tapia

Pedro Silva Hung es periodista y vive en Madrid desde 2006. Toda la vida ha participado con su familia en la elaboración de las hallacas, por eso, al emigrar, creyó que seguir haciéndolas era un homenaje a esa tradición familiar, a pesar de la soledad y la distancia. “Me gusta descubrir nuevos sabores de la cocina tradicional española, pero cuando llega diciembre algo me llama, y se despierta el gusanito de hacer y saborear una buena hallaca”. Para él, lo más difícil de los primeros años fue conseguir las hojas, pero ya no lo es tanto y, en total, no gasta más de 100 euros para hacer 60 hallacas. Cuando las hace, más que probarlas, lo importante es el rito de hacerlas, y si se puede compartir con amigos esa elaboración, mejor.

“Montamos el parrandón entre música y la cervecita que nunca falta” dice entre risas. También hace bollos, “con lo que sobra, y me quedan estupendos”.

Nunca se ha planteado venderlas, sólo las hace para él y sus amigos, se las come durante toda la Navidad y congela algunas para comerlas a mitad de año. De todo el largo proceso, dice que en lo que más se concentra es en que el guiso tenga todo el gusto posible. “Estando fuera el ritual es divertido e instructivo a la vez, porque lo comparto con personas de otras nacionalidades, a las que transmito sabor y alegría. Es una experiencia única, sobre todo cuando explicas cómo embarrar la masa en una hoja sin que se rompa. A la final siempre soy yo quien termina envolviendo la hallaca, a todos se les desarma en ese momento, jajajaja”.

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José Antonio: “la mejor hallaca es la de mi mamá”

jose antonioJosé Antonio García es comunicador y artista, lleva 12 años en Madrid y ha hecho más hallacas aquí que en Venezuela, “para recordar y mantener la tradición” explica. Para él, casi todos los ingredientes son fáciles de conseguir, y está convencido de que siempre mejor en un mercado que en un supermercado. “Para las hojas sí hay que ir a sitios específicos y nunca he conseguido ají dulce” señala. Dos días tarda José Antonio en preparar sus hallacas, “manteniendo la tradición de su familia”.

El primer día prepara el guiso, corta los adornos y limpia las hojas. El segundo día ordena todos los ingredientes, abre una botella de Ponche Crema, pone un CD de gaitas y ¡a preparar se ha dicho!

Los restos los aprovecha para los bollos. Al final le salen alrededor de 40 hallacas. Las hace a primeros de diciembre y desde ese mismo momento comienza a comérselas, reservando las del 24 y las del 31. No las vende, prefiere regalárselas a los amigos. Su madre ha emigrado hace poco a España, y lo primero que hizo fue ¡hallacas! “En Venezuela nunca lo dije, pero hoy en día sí puedo: la mejor hallaca la hace mi mamá”.

Hallacas a la venta en España, hechas por periodistas

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