Envejecer lejos de casa

Papel Literario - El Nacional

Briamel González Zambrano (1978) ha acumulado una sólida experiencia como reportera en los diarios El Nacional, El Universal y El Tiempo. Ha recibido varios premios en reconocimiento a su trabajo periodístico. Presentamos el reportaje ganador en la III edición del Concurso de Periodismo Miguel Otero Silva, organizado por Venezuelan Press, en España.

Una tarde de 2014 un par de maleantes encañonó en la cabeza a José Antonio Fernández (Ponferrada, España, 1940) en Puerto Ordaz, la ciudad donde desarrolló su carrera como profesor universitario de inglés durante cuarenta años. Los malhechores subieron a su coche con él dentro. Le repetían: “¡Qué bonito es tu carro!”. Él respondía: “No me maten”. Lo soltaron horas después, previa entrega del dinero sacado en cajeros. Relata la historia su mujer, Symely Ochoa (Maracaibo, 1943) –por Skype– desde Vigo, adonde se mudaron doce meses después del suceso. Lo cuenta apretando sus labios y con la mano abierta en el pecho. “Le dije que teníamos que irnos”. Termina la frase y se pone los dedos sobre los párpados cerrados. Solloza.

Para el momento del robo, sus cuatro hijos se habían marchado de Venezuela hacía una década: José y Juan a Francia, Irene a Inglaterra y Raquel a España. Después del asalto, sus vástagos incrementaron la presión para que migraran. Cedieron. Ochoa ya estaba jubilada como bibliotecaria universitaria y su marido también. Ella obtuvo la residencia en España como cónyuge de un ciudadano de la Unión Europea (UE).

“Siento que me arrancaron de mi esencia, de mi calorcito. Para mi esposo, todo aquí es conocido. Fue volver a su tierra. Yo, en cambio, pienso en mi familia que queda allá, pero estoy agradecida a Galicia. Ahora estamos felices porque aquí nació nuestra primera nieta: Sara. A ella le hablaré mucho de Venezuela”.

La inseguridad figura entre las primeras causas de la migración venezolana. Según el Observatorio Venezolano de la Violencia, en 2017 hubo 26.616 muertes violentas.

En mayo de 2015 una fuente le avisó a Omar Pineda (Caracas, 1949), periodista y entonces editor web de TalCual, que saliera del país cuanto antes. El Ministerio Público estaba a punto de citarlo y, a partir de esa acción, podrían imputarle delitos de difamación agravada por la publicación de un artículo (replicado del diario español ABC), que establecía vínculos del diputado chavista Diosdado Cabello con el narcotráfico.

Pineda lo tomó a guasa, pero el informante insistió: “Vete ya. Te compro el pasaje”. Dos días después Pineda y Elizabeth Araujo, su esposa y también periodista, aterrizaron en Barcelona. En 48 horas se convirtieron en objetivo del gobierno venezolano y solicitantes de protección internacional en España. Sus dos hijos ya vivían fuera de Venezuela: Omareliz en Dublín y Oliver en Madrid.

Atrás quedaron su piso en Montalbán, dos perros y cinco mil libros. En la capital catalana reiniciaron sus vidas. Cuidaban mascotas, luego comenzaron a gestionar cuentas de redes sociales y a colaborar con medios digitales. Estiran los ahorros obtenidos por las ventas de sus bienes. Pineda lo cuenta –por Skype– desde Barcelona. Araujo está cerca y lo interrumpe para decir: “Ambos tenemos familias numerosas, con muchos hermanos y sobrinos. Los amamos y nos duele estar lejos. Enviamos medicamentos y dinero cuando se puede”.

La pareja presentó su caso ante las autoridades españolas. Cuentan con la tarjeta de solicitantes de protección internacional que les permite residir y trabajar en España hasta que respondan a su solicitud. La resolución del trámite puede demorarse hasta tres años. El Ministerio del Interior ha concedido el asilo a 1% del total de solicitantes (1).

Según datos oficiales del Alto Comisionado de Nacionales Unidas para los Refugiados (Acnur), en 2017 se registraron 31.700 solicitudes de protección internacional en España, de las cuales 10.600 eran de venezolanos (2), la población más numerosa en peticiones de asilo, seguidos por sirios (4.300) y colombianos (2.500).

A Elleenn Fernández (Caracas, 1948) su hermana Egleé le decía “La Miss” porque saludaba con sonrisas a todos los vecinos en San Cristóbal. Fernández, divorciada y con dos hijas, trabajó quince años como Jefa de Tesorería en Corpoelec. Viajaba anualmente para visitar a sus chicas, que viven en la capital española desde 2007 y 2013, respectivamente. En 2014 nacieron sus nietas trillizas. Su hija Ellem le pidió que se quedara a vivir en España para ayudarla porque ya sumaba cuatro niñas.

Después de un año vendió su casa y compró un inmueble cerca del edificio donde viven ahora repartidos en dos apartamentos en Madrid. “Me deprimí por el fallecimiento de mi hermana, que me ayudó mucho en la crianza de las muchachas. Decidí irme”. Se le saltan las lágrimas al decirlo. Coloca una muñeca sobre la otra. Después se calma y sigue hablando. Sentada en el comedor del Centro Cultural Juan Bautista, donde concede la entrevista, la saluda mucha gente. Sigue siendo “La Miss” y allí es la profesora de ortografía. Nunca había sido docente, le divierte y lo hace ad honorem. También asiste a gimnasia, estimulación cognitiva y va de excursión con otras jubiladas. Tienen un grupo de chat telefónico llamado “Las Chicas de Oro”.

Fernández obtuvo documentación para vivir en España por ser madre de una española (su hija mayor ya obtuvo la nacionalidad). El trámite de solicitud de residencia para familiar comunitario representa en 2018 el 45% del volumen de negocio de voyaemigrar.com y documentoselcriollito.com, empresas de asesoría jurídica y extranjería especializadas en venezolanos. Su directora, María Eugenia Díaz, habla sobre el incremento del número de gestiones: “Hasta hace un par de años era algo residual. Ahora es una auténtica estampida. Los venezolanos que ya se han nacionalizado españoles se traen a sus padres por la falta de medicamentos, de alimentos y por la inseguridad. La mitad de las llamadas que recibo son para consultas sobre esto”.

Los solicitantes deben demostrar que le envían dinero a su familiar en Venezuela, comprarle un seguro privado y presentar solvencia económica para mantenerlo en España. La residencia dura 5 años y es renovable.

El Tsunami

Crisálida Senges Duno (Caracas, 1953) es licenciada en Educación y doctora en Filosofía y Ciencias de la Educación. Trabajó siempre como académica. Viajaba a Madrid para visitar a su hija y sus dos nietas, pero no se planteaba quedarse. En 2014 no pudo pagar el seguro de su camioneta. “Fue una sensación terrible. Vengo de una familia muy pobre y trabajo desde los 14 años. Todo me lo gané con esfuerzo”. Rompe en llanto. Presiona sus labios. Prosigue...

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