Maduro rompe el último disfraz democrático y convierte a Venezuela en un Estado fallido

Nicolás Maduro culmina su auto golpe de Estado con la elección de una Asamblea Nacional Constituyente que moldeará el país al gusto del sucesor del chavismo. En las calles las protestas de la oposición van a más. 

Las elecciones por la Asamblea Nacional Constituyente, convocada arbitrariamente por Nicolás Maduro sin un referéndum previo como manda la constitución de 1999, son a todas luces, un acto dictatorial que coloca a Venezuela en la lista de Estados fallidos.

A pesar de los esfuerzos de la oposición política, de la Asamblea Nacional de mayoría opositora, de los consejos de políticos internacionales como los de José Luis Rodríguez Zapatero, el acto electoral del pasado domingo 30 de julio, independientemente del conteo de votos, es un acto anticonstitucional, ergo ilegal y que rompe, definitivamente, ese disfraz democrático de los últimos 18 años, en que las elecciones anuales parecían provenir de la buena fe de las urnas y de la voluntad de los electores. Todo un plan tramado y urdido bajo el mote de Socialismo del Siglo XXI.

¿Pueden hacer algo los venezolanos? No, por el momento, salvo protestar y arriesgar la vida, al menos así lo dice la constitución de 1999 en su artículo 68, como lo vienen haciendo desde hace más de 100 días.

Las condiciones de vida de los venezolanos -además de los muchos problemas económicos y de desabastecimiento- son de prisioneros del régimen dictatorial de Nicolás Maduro Moros. ¿Por qué? Simplemente porque la propia crisis del país ha alejado a las líneas aéreas que prestaban servicio en los aeropuertos internacionales y, si se tuvieran los recursos para salir del país, se puede sufrir el secuestro del pasaporte, convirtiendo al ciudadano en un rehén del sistema, tal y como proponía Orwell en su novela 1984.

¿Y el ciudadano de a pie, ese que no tiene recursos ni para un café en una terraza? Ese está en una condición mucho peor que otras: preso del sistema, ajustado su cinturón a las migajas que el carnet de la patria le permite, asustado por los miles de muertos anuales en manos del hampa común, o, sencillamente, a la merced del gatillo de un policía bolivariano o de un guardia nacional.

En pocas horas se instaurará la Asamblea Nacional Constituyente y, en ese mismo instante, todo el sistema de esa democracia fallida que creó Hugo Chávez a su medida, pasará a la hechura de un nuevo traje para el dictador del bigote.

Maduro, de pocas letras y mucho baile, así como sus asesores y secuaces, saben que el problema no es el voto, sino de quien lo cuenta, y en ese reparto de voluntades pasa como en los juegos infantiles: uno para ti, un dos para mí. Otro para ti… un, dos, tres para mí.

El polvorín de Venezuela

La realidad de la Venezuela de agosto de 2017 en adelante es terrible. Una prospectiva de guerra, de enfrentamiento armado, de matanza, de una medición de fuerzas entre una Asamblea Nacional legítimamente elegida por el pueblo en diciembre de 2015, y una Asamblea Nacional Constituyente, elegida por el pueblo luego de la manipulación y la presión del hambre.

Por otro lado, si el lector ha pensado en alguna posibilidad hay de que sean los militares los que adopten medidas para restablecer el hilo constitucional, se equivoca. Los militares están -al menos por el momento- plegados al régimen y la mejor muestra, son los desmanes que comenten los guardias nacionales (el equivalente a la Guardia Civil en España) contra los manifestantes. La cifra de muertos por arma de fuego se eleva todos los días. Solamente en esta jornada electoral, se alcanzó entre diez y dieciséis muertes (de acuerdo con el informante).

Maduro asesinó con este llamado a la Constituyente el legado de Chávez, y no es que fuese fácil estar de acuerdo con los desmanes que el otro dictador hiciera, pero sí hay que reconocer que lo que decía el carta magna de Chávez, se cumplía: expropiaciones, elecciones para llevar a la democracia a una dictadura de sí misma, manejo de los poderes personalizados en la presidencia, gestión de los recursos petroleros al antojo del mandante, beneficios solamente para quienes se vistieran de rojo, restricciones de alimentos… un largo etcétera que, al menos, se conocía cómo proceder, a tal punto, que permitió a la oposición participar de esas migajas de la vida política 16 años después de instaurarse el régimen del barinés.

Sin duda, un plan armado desde el principio de los tiempos del chavismo. Desde que Chávez en 1992 cometiera el peor delito que se pueda cometer contra un país: un golpe de Estado. Desde ese momento a esta fecha, la orquestación del plan de Chávez y de Maduro ha sido ese: acabar con el país y los ciudadanos que allí viven.

La comunidad internacional empieza a reaccionar

Maduro Moros ha hecho todo lo posible por empeorar la situación de los venezolanos. Además del malbaratamiento de los recursos, que son muchos, se ha ocupado de denigrar al venezolano, de mancillar el honor de las familias, de llevar al extremo de la inanición y la insalubridad a la población. Se ha ocupado de violentar la paz, a pesar de que la menciona con un gesto que escupe la “p” y deja entrever la violencia que espera destapar para alcanzar esa condición de no-guerra.

Mientras todo esto ocurre, la Unión Europea y varios países de América, incluyendo a los Estados Unidos, planifican sanciones contra el gobierno de Maduro que, con esta violación de la constitución de su padre político, hace que Venezuela, si estaba en boca de todos, esté en la mira de las instituciones internaciones que, al menos, darán qué decir de ese último desmán del dictador caribeño.

Un país desecho que, a la vez, se cae a pedazos y, del que cada trozo se puede esperar un desenlace peor. Un país de dos caras, de dos visiones que, lo que dejan por delante es violencia y destrucción.

Imagen de portada: Explosión en Caracas al paso de un grupo de motoristas de la Guardia Nacional Bolivariana. Los enfrentamientos y las protestas marcaron la jornada de votación para dar forma a la Asamblea Nacional Constituyente | Agencia EFE

Fuente  original de la noticia: El Debate de hoy