¡100% libre!

Cierro los ojos y puedo escuchar en mi cabeza el jingle cantado por una voz femenina aguda al principio y un acento grave de varón en la segunda frase: “Noventa y dos punto nueeeeveeee. Cien por ciento libre”. Así amanece un sábado de agosto. Con la noticia del cierre de la 92.9 FM y de Mágica 99.1, dos emisoras caraqueñas.

Pienso que es un déjà vu. En agosto de 2009 el difunto hizo lo mismo con 34 estaciones radiales de todo el país. “No puede ser”, me digo. Sin embargo, es. Es por la brutalidad del poder. Es porque carecen hasta de sentido del humor que, desde luego, es una señal también de su falta de inteligencia. Es, y no dejan de estallarme los recuerdos de mi vida en la Caracas de finales de los noventa.

Pienso inmediatamente en Efraín y Eduardo. Amigos de la universidad que trabajaron en la 92, uno hablando de deportes y otro haciendo de todo en “El Monstruo de la Mañana”. Pienso en Erika de la Vega, en Ana María Simón, en Noliyú Rodríguez, en Henrique Lazo y en Luis Chataing.  En lo que me reía con “Tiempo de Cuaimas”.

Pienso en Benito Zambrano que era un operador a quien Eduardo siempre mencionaba y que nos ayudó cuando fuimos varias veces a la cabina para hacer asignaciones universitarias. Luego salíamos corriendo de Las Mercedes para la UCAB en Montalbán y mientras circulábamos por la autopista que atraviesa el valle caraqueño sonaba la 92, sobre todo para  escucharla con oído crítico, porque Eduardo no dejaba de pensar en cosas novedosas, chistes, personajes y guiones para el programa. Se levantaba a las 4 am para ir a la radio y luego en clase estaba siempre dormido. La 92 fue su escuela y nosotros teníamos siempre información de primera mano de lo que pasaba en cabina.

Recuerdo la polémica suscitada cuando la 92 lanzó su campaña decembrina: “La emisora cien por ciento libre…de gaaaaaitas”. La asociación de gaiteros se pronunció enfadada y los locutores se lo tomaron a guasa, como correspondía, claro.  Pienso en Alfredo Escalante y la visita que le hicimos mi amiga Carolina Ramírez y yo a la cabina. Él hablando de rock y jugando con el bolígrafo y haciéndonos muecas, todo al mismo tiempo.

De Mágica 99.1 recuerdo que escuchaba el programa “¡Qué ciudad!” de Marycarmen Sobrino para enterarme de problemas de Caracas y escoger algunos temas para mis pautas de El Universal. Entrevisté a Sobrino para hablar del show y todo fue risas y complicidad periodística. Hace tiempo que ella está fuera del aire. Claro, no conviene mencionar que la capital tiene zonas sin agua, sin luz, sin servicios. Como no conviene la risa, el humor y la crítica de la 92.9.

El gobierno venezolano de nuevo calla otras voces, deja a centenares de personas sin trabajo, pero no detendrá el grito de las denuncias en su contra por los atropellos que comete. No solo contra los medios, sino también contra el derecho de sus ciudadanos de estar informados y de entretenerse. Hoy se apaga un pedazo de la Caracas en la que viví. Otro, de los muchos que han mutilado o eliminado. Todo con su sello. ¿Su revolución era esto? Socialismo, muerte, muerte, muerte, humo, hambre y silencio. Nos quedamos pensando siempre en qué será lo siguiente. Qué atrocidad vendrá. Son así, terribles, bárbaros.

Información original: La Rorra en el teclado