La indefensión de la no-identidad de los venezolanos

Ser venezolano es prácticamente indemostrable. El Estado venezolano, quien se supone es el garante de la identidad de sus nacionales hace un alarde de incapacidad de gestión para el trámite de los documentos que dan fe de la ciudadanía venezolana como partidas de nacimiento, cédulas de identidad, pasaportes y un largo etcétera de papeles necesarios tanto dentro del país, como fuera de él.

Problemas como la famosa y muy reiterada ‘falta de material’ para producir estos documentos, además del limbo que ha dejado las dos presidencias simultáneas de Venezuela -la de Guaidó y la de Maduro-, con los consiguientes problemas de representación consular en algunos países del globo: algunos a manos de Maduro, otros con representación diplomática de ambos mandatarios y, por si fuera poco, el galimatías, con representación del gobierno elegido para la Asamblea Nacional de 2015.

El drama de identidad, recogido por el Centro de Derechos Humanos de la Universidad Católica Andrés Bello en el documento “Desprotegidos. Impacto de la ausencia de servicios consulares en los derechos de la población venezolana en el exterior”, es una investigación y revisión documental digna de lectura, sus páginas ilustran lo que todo venezolano padece para tratar demostrar que ha nacido en esa rivera del Arauca vibrador.