Pensionados y jubilados venezolanos buscan salir del anonimato

Los consulados venezolanos en España la llevan de pena en pena. Vigilias, sentadas, visitas, delegaciones, documentos, peticiones, concentraciones, adultos mayores apostados con sus banderas y sus bastones a sus puertas en Vigo, Bilbao, Tenerife, Valencia y Madrid. Los cónsules les atienden, vuelven a escucharles, prometen lo que no pueden cumplir, y luego continúan las rondas de la perseverancia. Los jubilados y pensionados venezolanos no aguantan. Su estado actual es desesperación pura de refugiado sin tierra firme ni nubes que les guarescan.

A los primeros no les cancelan obligaciones desde septiembre del año pasado, a los segundos el gobierno de Maduro les ha echado al olvido desde enero de este año. Los funcionarios de mayor relevancia en el ejecutivo nacional ocultan o evaden la realidad. El ministro de Comercio Exterior, Jesús Faría, ha mentido descaradamente.

"No le debemos nada a ningún pensionado que viva fuera de Venezuela", ha dicho en el programa del periodista Carlos Croes, en Televen, el pasado 28 de agosto.

El embajador de Venezuela en España, Mario Isea, es interpelado en cada una de sus presentaciones públicas, la última con motivo del arribo a Canarias del buque-escuela Simón Bolívar el pasado 25 de agosto: "En cuanto mejoren levemente las condiciones, en la prioridad del gobierno está la gente, etc., etc., etc.", dijo ante un abigarrado grupo de pensionados y jubilados que fueron al puerto para la ocasión.

Televisión Española (TVE) y Televisión Canaria (TVC) reseñaron la lástima que daba su irresoluta posición. Pero el cónsul en Cataluña, Ricardo Capella, hijo de catalanes, llama a la policía y otros cuerpos de seguridad cuando algún grupo de compatriotas toca a su puerta para formular peticiones lícitas y pertinentes, como por ejemplo la reapertura del registro electoral.

"Nos trata como a terroristas, activa los protocolos de seguridad, llama a la policía nacional y a los mossos d´esquadra", reclaman los afectados, y además no se apersona, ni él ni los otros cinco cónsules. "La principal preocupación del consulado es atender en todo momento a la comunidad venezolana en Cataluña", había dicho el ex diputado chavista por Yaracuy en octubre de 2014 en la TV local, cuando tomó posesión como cónsul general, después de 14 años sin titular de Venezuela en Barcelona.

Profesor Pedro Ontiveros, presidente de la Asociación en MadridNos hemos reunido unas cuatro veces con la cónsul en Madrid Ginette González, me dice Pedro Ontiveros, presidente de la Asociación de Jubilados y Pensionados Venezolanos en la Comunidad de Madrid, la mañana del tercer día de presencia activa frente a la sede en la calle de Apolonio Morales. Desde el lunes 5 han estado allí los piquetes, calcinados por el sol. Esta semana de movilizaciones culminará el viernes 9 de septiembre con una gran concentración en la que esperan recibir la mayor de las concurrencias. Hay rabia, pero no pierden la sonrisa.

Ontiveros es jubilado y pensionado, por edad y también por su larga carrera como profesor en la Universidad Pedagógica Libertador (Upel). "Hemos entregado dos documentos para el Seguro Social venezolano (Ivss), pero no hemos obtenido respuesta. La cónsul dice que no tiene información".

97 pioneros

Esta Asociación fue creada en asamblea realizada en el parque El Retiro el 13 de agosto y registrada cuatro días después. La firmaron 97 pioneros, y poco a poco se han estado incorporando algunos más. En España suman unos 4.500 pensionados y jubilados, de los cuales en Madrid residen unos 1.800, apunta Ontiveros.

En las otras cuatro regiones en las que existen consulados, la organización ha tomado senda. En Valencia se han estado reuniendo con concejales, en Barcelona se realizan las primeras reuniones para crear la Asociación, en Asturias aprobaron en asamblea los estatutos que les regirán, pero es en las islas Canarias donde la movilización ha cogido más calle. Desde hace 14 años funciona la Unión Canario-Venezolana, organización que lleva las riendas de los jubilados y pensionados. Se mueven por todas las islas con paradas, concentraciones en parques y plazas y frente al consulado.

Desde el domingo 4, en el portal change.org, está en marcha para su firma una petición que será llevada a la ONU y organizaciones de los derechos humanos, la cual había logrado 1.500 adhesiones durante las primeras 13 horas de exposición. El jueves primero de septiembre hicieron una vigilia-concentración en Plaza España de Tenerife. Muchos niños correteando o jugando con los cirios encendidos hasta medianoche. "Llevan la arepa en la sangre", dice Agustín, uno de los promotores.

Abandonados a su suerte

No solo han sido abandonados. Los nuevos jubilados y pensionados que han aterrizado en España no encuentran manera de registrarse vía web de Cencoex. "La opción está cerrada desde enero", dice Ontiveros. En el último año, unas 600 personas han hecho solicitudes de traslado, las cuales han sido aceptadas por el Ivss, pero no han cobrado nunca.

Continúa la organización, aunque se solapan las peticiones. El 14 de septiembre en Canarias habrá una concentración ante el consulado para exigir la apertura del REP. Quieren votar en un eventual revocatorio. En Madrid está prevista para octubre una "quedada" ante la embajada, para la cual solicitan audiencia y también los permisos correspondientes, señala Ontiveros.

Los retornados (nacidos en España, cotizantes en Venezuela) más numerosos son gallegos, canarios y asturianos. También piden acciones firmes a la cancillería y a la seguridad social españolas.

También les asiste el sobresalto ante los rumores y las noticias infundadas. Pasan los días en consultas nerviosas a sus cuentas en el banco Santander, que es la entidad que administra el convenio España-Venezuela sobre los pensionados, que para el banco con "pensionistas". Alguien dice que dieron la orden para el pago de un retroactivo correspondiente a abril 2016. Pero si no han pagado enero, ¿cómo van a pagar algo que luce extemporáneo? Y se forma la discusión, interminable discusión en la que muchos sueltan lágrimas de pena. Es la penuria y el desamparo.

No se cansan, aunque sean pocos los que pueden trasladarse a los sitios de reunión. Para la movilización de esta semana, fueron siete ú ocho los asistentes el primer día, contabiliza la profesora de canto y entrenamiento vocal, Beatriz Corona Tovar, vicepresidente de la Asociación de Madrid. El martes ya eran 30, igual que el miércoles.

"Un grupito de pensionados no va a mover a nadie del gobierno, porque es tan ínfima la suma que no nos perciben", se lamenta. Con todo, llama a la acción, a la gesta de los mejores tiempos.

La marcha del domingo 4 fue espectacular, aunque por motivación más general. Nunca se habían movilizado tantos venezolanos en Madrid. "Más de los que pudo reunir Maduro el 1S en la avenida Bolívar", exageraron en Caracas.

Aquí hay gente pa´tó. El embajador Isea, que parece no haber aprendido lo que le dicen sus ojos, disertará el viernes 9 en la tarde sobre "El 1 de septiembre y el camino de la revolución bolivariana" (calle Hermosilla 58, Centro de Diversidad Cultural de Venezuela). El camino es el revocatorio, y lo sabe.