Foto con Quino por Venezuela

Por: Andreina Mujica

Quino no solo era invitado de honor en el Salón del Libro de París 2014, era el consentido peluche de mamá por Argentina. Estaba custodiado, bien rodeado, recontra acompañado; ya no caminaba, sin embargo su cerebro andaba mejor que un Maserati.

Veo a Joaquín Lavado y el corazón me tiembla y siento un paro cardíaco en la tibia y otro en el peroné. Qué carajo, es Quino. Me voy coleando entre los guardias, echa la loca termino en tarima tras las cortinas, le hablo agachadita:

"Señor Quino, yo fui Mafalda, como millones de niñas, ya soy grande, soy venezolana, necesito que paren de matar muchachos en la calle, el gobierno lo permite, lo ejecuta, solo le pido una foto con esta carpeta, no dice nada contra Chávez, ni siquiera contra Maduro, solo pide que paren, es un llamado de auxilio, el mundo no puede estar indiferente".

En ese momento se lo llevan a tarima, empujo a los guardias y les digo ¡Estoy con él! Apenas alcanzo a mostrar la carpeta, él la sostiene y tomo la foto. Me sacan a carajazos de la tarima, y los fanáticos de izquierda empolvada me gritan en gaucho: “reputa, te vamos a matar”.

Bajo las escaleras y un grupo de jóvenes venezolanos me espera, también la jauría del sur, no llegan a tocarme, pero salgo escoltada. Me piden que salga del Salón por seguridad (la mía), pero tengo a Quino, merezco un vinito, y busco bar con wifi.

Quino era un hombre brillante, nunca le dije “por favor, ¿nos apoya con una intervención extranjera?” Le enseñé el cartel y le expliqué que el asesinato a jóvenes por protestar tiene que parar. Eso fue hace 6 años.

Quino se ha ido al cielo, y Maduro mataría hasta a Manolito si protestara ante la falta de agua.

Quino por Venezuela. Foto: Andreina Mujica

Quino por Venezuela. Foto: Andreina Mujica