¿“El Gran Hermano” existe?

Es necesario detenerse y pensar sobre lo que sucede en el mundo, volver a leer las famosas distopías 1984 y Rebelión en la Granja de Orwell; Un Mundo Feliz de Huxley; El Cuento de la Criada de Atwood; Fahrenheit 451 de Bradbury, entre otras. Orwell planteó la existencia del “Gran Hermano”, hoy somos protagonistas de una vida que es observada y recopilada de forma omnisciente en Internet, siendo capaz de predecir nuestros gustos, preferencias y deseos de compra; además de “los dos minutos de odio” que se presentan más vigentes que nunca en los comentarios de una multitud digital que no se detiene en Twitter.

En 2018 Jack Dorsey, consejero delegado de Twitter, anunció que iba a tomar medidas para controlar la difusión del discurso de odio, el acoso, las noticias falsas y las teorías de conspiración en esta red social, palabras que se han convertido rápidamente en acción y han decantado con el paso de los meses en situaciones bastante polémicas.

Es público y notorio el nivel elevado de toxicidad en Twitter, la compañía ha desarrollado múltiples medidas de control, esconder respuestas, colocar etiquetas y agregar mensajes para dar contexto o bloquear cuentas y se encamina hacia procesos más directos de censura previa. Las decisiones de moderación de contenidos tomadas por redes sociales, encabezadas por Twitter y Facebook; las grandes tecnológicas como Apple, Amazon y Google; además de las cadenas de televisión y video por demanda como Netflix o Disney+, se puede analizar críticamente y se observa arbitrariedad al considerar peligrosos algunos contenidos en función de unas reglas ambiguas de moderación impuestas por quienes se convierten en fiscales, jueces y jurados de un derecho humano fundamental, la libertad de expresión.

Es alarmante la nueva herramienta de censura que prueba Twitter hoy en EEUU, denominada Birdwatch, cuyo objetivo es que la comunidad de usuarios sea quien determine la veracidad de una información, de esta forma se desprenden de la responsabilidad por los actos de censura y esa responsabilidad es adjudicada a los usuarios de la red, a la opinión pública, manipulable, que no siempre detenta la verdad; por ello, en la presentación de la herramienta indican que trabajarán para “hacerlo resistente a los intentos de manipulación hasta garantizar que no esté dominado por una mayoría simple o sesgado en función de su distribución de contribuyentes”, según Keith Coleman, VP de producto.

La revisión de la historia es otro aspecto de suma importancia, es bueno recordar que todo constructo humano descansa en la cultura y su devenir histórico, hay quienes desean destruir todo aquello que genere algún atisbo de duda frente a lo que pueda parecer políticamente incorrecto, una nueva inquisición forzada que pretende destruir lo que recuerda sucesos como la esclavitud, aquello que ofende a uno u otro colectivo, si recuerda una tradición pasada que hoy es inmoral, se convierte en indeseable por personas que desde un extremo señalan de extremista a quien no apoya su discurso o acción.

La censura de obras como la película Lo que el viento se llevó, los actos vandálicos sobre esculturas de Cristóbal Colón, George Washington, Thomas Jefferson, Lincoln, Winston Churchill, etc. Al movimiento BLM le fue otorgado recientemente el premio de la Fundación para la Paz de Sídney y hace pocos días fue nominado al premio Nobel de la Paz, a pesar de muchas manifestaciones violentas ocurridas en 2020 y protagonizadas por activistas de esta iniciativa.

La neolengua también se impone y ha logrado generar distinciones de género incluso en palabras que no cumplen un razonamiento gramatical, ejemplo la palabra “presidente” que utiliza el principio activo como derivado del verbo ser, el ente; la expoliación del significado a muchas palabras por motivos ideológicos, se endilgan adjetivos a grupos de una corriente política para asociarles con un significado diametralmente opuesto al concepto de dicha palabra, por ejemplo el calificativo «fascista», término originado en el movimiento político liderado por Mussolini, contrario a los partidos políticos, la democracia liberal representativa y el liberalismo económico.